cartas Disponible el quinto volumen de la correspondencia de Don Bosco (1876-1877)

Con las 134 cartas de Don Bosco incluidas en el quinto volumen de la correspondencia recién publicada por el escritor, llegaron a mil cartas inéditas, prácticamente un 60% más que las incluidas en los volúmenes análogos de hace cincuenta años.



Esto por sí solo sería suficiente para decir que aún no se ha escrito una historia completa de Don Bosco, si consideramos cuánto esta correspondencia amplia puede hacernos conocer mejor al personaje que escribe. El quinto volumen, que contiene 424 cartas del período de dos años 1876-1877, es decir cuatro cartas por semana, permite seguir la vida diaria de Don Bosco sin interrupción, es decir, seguirlo paso a paso en sus muchos compromisos enormes, intereses espirituales, viajes continuos (en Italia y el sur de Francia), grandes éxitos y fuertes decepciones. Más de la mitad de las cartas son autógrafos originales, guardados en varios lugares de Italia, Francia, Portugal, Suiza, Argentina, Santo Domingo y Uruguay.

Dos años de “éxitos”

Los años 1876-1877 vieron a Don Bosco muy ocupado reforzando la decena de obras salesianas abiertas anteriormente, en abrir casi el doble en Italia, Francia y América Latina, en el lanzamiento de las Hijas de María Auxiliadora en las mismas áreas geográficas.

Dos citas son suficientes. “El cardenal Bilio por medio del santo Padre pide nuestros maestros para su seminario en Sabina, lo mismo el cardenal Franchi para Ariccia, igual el cardenal Di Pietro para el pequeño seminario de Albano, Bilio a través del Santo Padre pide nuestros maestros para su seminario en Sabina, lo mismo ocurre con el cardenal Di Pietro para el seminario de Novara en Miasino. ¿Quieres saber todo? Este año abrimos veinte casas entre uno y otro mundo, calculando también las de las Hijas de María Auxiliadora”. “Monseñor Lacerda, obispo de Río de Janeiro no se irá del Oratorio sino hasta cuando tendrá consigo al menos cinco salesianos. Se ha decidido que Don Cagliero vaya a hacer un recorrido a los confines de la Patagonia y Santa Cruz. Hoy es el cardenal arzobispo de Malinas quien, a nombre del santo Padre, pide que se vaya a abrir una casa nuestra en su diócesis. Igualmente el cardenal Simeoni para Palestrina: lo mismo en Canadá, etc. No sé cómo nos arreglaremos. Hay que agregar los proyectos misioneros con frecuencia citados pero nunca realizados, en India, Sri Lanka y Australia.”

Grandísimo obviamente fue el trabajo de Don Bosco para formar religiosa y educativamente a los Salesianos e Hijas de María Auxiliadora, la consolidación jurídica de los dos institutos por él fundados, celebrar el primer Capítulo General de la Sociedad Salesiana. En el mismo brevísimo lapso de tiempo logró elaborar documento personales que pasarán a la historia, instituyó la Obra de María Auxiliadora para las vocaciones eclesiásticas adultas, procedió a la fundación de la asociación de los Cooperadores salesianos y de la exitosa revista mensual el Boletín Salesiano, entabló relaciones privadas y públicas, eclesiales y civiles indispensables para toda esta multiforme actividad.

Las cartas permiten seguir la vida diaria de Don Bosco sin interrupción, seguirlo paso a paso en sus muchos compromisos enormes, intereses espirituales, viajes continuos, grandes éxitos y fuertes decepciones.

Pero a qué precio

Escribió a mitad de agosto de 1876 a su amigo Francisco Faá de Bruno: “Usted ore también por mí, que me encuentro en un mar de tareas interminables”, y en mayo de 1877 al padre Bodrato: Hace meses que me siento en el escritorio a las dos de la tarde y me levanto a las ocho y media para ir a cenar”. Así también desde Marsella dos meses después escribirá a Don Rua: “Estoy completamente cansado”. A veces se sentía abrumado por profundas angustias.

Las rosas no estuvieron exentas de espinas. Entre estas los choques con su arzobispo mons. Gastaldi, que en el bienio en cuestión se multiplicaron, se agudizaron, se extendieron al clero de la arquidiócesis, a los obispos del Piamonte, a la santa sede, al papa Pio IX en persona, a laicos y sacerdotes de buena voluntad, sobre todo de modo pesado sobre su gran colaborado Don Rua, sobre el vicedirector de Valdocco Don Lazzero y sobre otros salesianos. Problemas de aceptación de novicios, de ordenaciones sacerdotales, de aprobaciones de publicaciones, de celebraciones litúrgicas, de envío de misioneros al extranjero: todo parecía conjurar contra un deseable acuerdo entre “adversarios”, hasta el punto de obligarlos a buscar “justicia” dirigiéndose a la Santa Sede y yendo personalmente a Roma. Casi cuatro meses duró la presencia total en Roma de Don Bosco en estos dos años en el curso de cinco agotadores viajes.

Otro motivo de grave sufrimiento interior para Don Bosco fue el asunto de lo Concettini (o Hermanos hospitalarios de Roma) que lo mantuvo ocupado por más de un año y que concluyó de modo opuesto a los deseos y esperanzas que en él había puesto Pío IX, y aún más sin poder explicarse en audiencia privada, no obstante el común deseo de ambos. Don Bosco debió tragar su amargura y Pío IX murió poco después con el desconsuelo de no haber visto de nuevo al “amigo” Don Bosco.

Es inútil agregar las enormes preocupaciones, no solo económicas, por tantas nuevas fundaciones en Italia y Francia, por las dos nuevas expediciones misioneras, por las enfermedades y muerte de salesianos, por las inesperadas oposiciones a iniciativas culturales, sociales y religiosas etc.

Todo escrito, todo documentado, con actas sobre actas, correcciones sobre correcciones, copias sobre copias, originales autógrafos con su sola firma autógrafa, circulares impresas o manuscritas, dirigidas a personas del clero secular o religioso (más de la mitad de todas las cartas), a bienhechores (72 cartas) a autoridades civiles (37 cartas). Demasiado poco en cambio es el número de las que dirigió a coadjutores salesianos, a clérigos y jóvenes; una sola a las Hijas de María Auxiliadora: su puede suponer que la máxima parte de las cartas a estas personas se haya perdido.

De todo

Entre las cartas publicadas en el volumen hay también algunas escritas en simpáticos versos, otras que contienen expresiones humorísticas; con los salesianos Don Bosco a veces se vuelve bromista, con los bienhechores si define con frecuencia y de buena gana como el pobrecito, jefe de los pilluelos, vagabundo, excusándose por su fea caligrafía.

En fin, de todo y más: cartas que dan a conocer a Don Bosco y su mundo, cartas que hacen pensar, sonreír, sufrir; cartas para estudiar, comparar, profundizar, no para leerse página tras página.


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