Fotos DB Quienes pertenecemos a la amplia Familia Salesiana vivimos con la conciencia tranquila de estar familiarizados con la vida de Don Bosco.
Su relato autobiográfico – Memorias del Oratorio – forma parte de nuestro ADN salesiano: Mamá Margarita, Juanito Saltimbanqui, Miguel Magone, Domingo Savio, y tantos otros personajes que pueblan la simpática historia de nuestro Padre.

De repente aparece por ahí uno de esos historiadores concienzudos que se toman la descomunal tarea de “bucear” en los gruesos archivos históricos de Don Bosco y sacar a luz un perfil sorpresivo de nuestro santo fundador. Y entonces se nos escapa un ¡ah! de maravilla al darnos cuenta de que de Don Bosco apenas si conocíamos la punta del iceberg.

Eso nos ha pasado leyendo los relatos de Francisco Motto, un salesiano que se ha dedicado en cuerpo y alma a explorar los enormes archivos de la historia salesiana. Con ágil pluma nos desvela un perfil más elaborado del santo piamontés, transformado casi en un personaje de leyenda, si no fuera por el soporte histórico que lo acompaña.

Con tal abundancia de datos podemos considerar a Don Bosco como un auténtico genio sin riesgo de exagerar. Publicista, empresario, educador genial, político, viajero empedernido. Y santo, el rasgo que justifica toda ese remolino agotador en que se vio envuelto.

En este número del Boletín Salesiano ofrecemos cuatro relatos de F. Motto. Cuatro, por razones de espacio. Pero hay más. Es una lectura fascinante que nos lleva a admirar todavía más a quien consideramos como modelo inspirador de nuestra vocación salesiana.

1861
Don Bosco, de 46 años, en su habitación data de 1861.

Teniendo en cuenta la época, desde el punto de vista fotográfico parece muy grabada.
Don Bosco se encuentra en una situación habitual, sentado a la mesa de trabajo, en una posición espontánea, como si suspendiera su actividad por la llegada de una persona.

En él notamos el rostro demacrado y afilado, de una persona que sufre, aunque su expresión es serena y acogedora.

En este período, de hecho, Don Bosco continuaba trabajando a pesar de sus múltiples enfermedades, como se puede notar también en su postura que muestra cansancio.

 

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