Foto: ITDB La misión es una característica de los discípulos del Señor. Recordemos que cuando el papa Francisco describe los rasgos de la espiritualidad del discípulo misionero pone el mandato misionero en lo más profundo del ser humano.

“La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo”.


Tu vida para los demás

El encuentro con Dios me saca de mí hacia los demás. Es lo que algunos llaman la ‘antropología del don’, que puede sintetizarse con la expresión ‘tu vida para los demás’. Por eso, una persona abierta a los demás es una persona de mirada atenta y compasiva, en vez de la indiferencia que tanto se instala en el corazón de muchas personas en estos tiempos, volviéndonos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros.

Una persona abierta a los demás es capaz de reconocer el don recibido poniendo al servicio de los demás los propios talentos. La dedicación a los demás, y en especial a los más necesitados, se convierte así verdaderamente en una práctica de fe y es fundamento de toda vida cristiana.

Cuando un encuentro con Dios se llama ‘éxtasis’, es porque nos saca de nosotros mismos y nos eleva, cautivados por el amor y la belleza de Dios. Pero también podemos ser sacados de nosotros mismos para reconocer la belleza oculta en cada ser humano, su dignidad, su grandeza como imagen de Dios e hijo del Padre. El Espíritu Santo quiere impulsarnos para que salgamos de nosotros mismos, abracemos a los demás con el amor y busquemos su bien.


Del ‘yo’ al ‘aquí estoy’

Esta manera de entender la vida abierta a los demás invita a pasar del ‘yo’ al ‘aquí estoy’. La cultura del ‘yo’ explica muy bien el mundo que vivimos. Esa cultura va acompañada de grandes posibilidades (crecimiento personal, autonomía, desarrollo de la persona) pero tiene grandes fragilidades (identidades resguardadas y poco abiertas a los demás, narcisismo, presentismo).

La antropología bíblica presenta al creyente como aquel que es capaz de decir ‘aquí estoy’. En la Escritura vemos que estas palabras fueron pronunciadas en momentos significativos de sus vidas por Abrahán, Moisés, Samuel, Isaías, María de Nazaret, el mismo Jesús que, según la carta a los Hebreos, al entrar en este mundo dijo: ‘Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad’ .

Dando importancia al valor del ‘yo’, podemos entender la vida cristiana como un camino de transformación del ‘yo’ al ‘aquí estoy’. Dar ese paso hace posible abrirse a un misterio que trasciende. Cuando decimos, desde la fe, ‘aquí estoy’ se está generando en nosotros una actitud de disposición que abre la existencia al Espíritu Santo que guía y acompaña nuestra vida, para encontrar el modo de ser y vivir que más nos plenifique como seres humanos. Es la esencia de toda vocación que, con mirada de creyente en Jesucristo, su vida nos regala una historia de amor, una historia de vida que quiere mezclarse con la nuestra y echar raíces en la tierra de cada uno.

 

Amor por el espíritu juvenil salesiano

He estado cerca de los salesianos desde el año 2007 cuando entré a estudiar al Colegio Salesiano de Guatemala. Ahí empezó mi amor por el espíritu juvenil salesiano. Fui aprendiendo de Don Bosco a través de Salesianos y maestros. En la figura del P. Rómulo Gallegos SDB (director en ese entonces) vi a un Don Bosco entre los jóvenes, quien significó para mi el amor a Don Bosco y al servicio de la juventud. El año 2010 hice mi primera comunión en el colegio y entré al grupo de monaguillos de la Parroquia San Juan Bosco. Ahí nació mi amor por el espíritu del servicio. He vivido el bicentenario como el año más hermoso porque me di cuenta de que mi vida de servicio a los jóvenes como laico iba bien encaminada. 2019 La Jornada Mundial de la Juventud del 2019 marcó un ciclo de diez años llenos de alegría, esfuerzo y, sobre todo, amor por lo que Don Bosco ha hecho en mí.

José David Ramírez Santizo, 20 años

 

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