Banquete La “mesa”, el “convite” o “banquete” tienen una larga tradición teológica y litúrgica basada en el memorial de la Cena de Jesús. Siempre será necesario estar atentos a no centrar su significado en nosotros, como si se tratase principalmente de un encuentro amigable de los cristianos, sino referirlo más bien al don del alimento para la vida que el Padre nos da en Cristo.



Todo el camino pedagógico de la celebración lleva hacia esta cumbre a través del arrepentimiento, la alabanza, la escucha de la Palabra, la fe, nuestra ofrenda humilde.

Cristo no solo realiza un sacrificio de amor, sino también nos hace partícipes y comensales de él. En toda su existencia Jesús se presenta como la vida de la que debemos participar, el agua de beber para saciar nuestra sed, el Pan del que alimentarnos, la sabiduría a cuya mesa sentarnos, la vid en la que injertarnos.

El banquete llena el evangelio y el Buen Pastor conduce a los suyos hacia fuentes tranquilas y verdes praderas.

El Señor Resucitado, por la mediación de la Iglesia y con la acción invisible pero real del Espíritu, en cada Eucaristía se da a nosotros ante todo como Palabra. Él no solo, ni principalmente, ha dicho palabras sabias, sino que es la Palabra total y definitiva de Dios para el hombre con todas las resonancias que puede tener también a nivel de significado humano. En nuestra celebración eucarística el mismo Cristo, por su Palabra se hace presente en medio de los fieles.

Domingo día de la eucaristía

 La celebración dominical de la Eucaristía constituye para toda la Iglesia el signo central del día del Señor y el corazón de la semana cristiana.

Hoy el domingo “secularizado” se considera como día de diversión, vivido individualmente. El individuo se aparta de la comunidad humana y hasta de la propia familia, bajo el pretexto de distensión o descanso contra el estrés del trabajo y de las relaciones laborales. 

Es esta una mentalidad que puede entrar también entre nosotros, dedicados al trabajo durante la semana. Si así fuera, sería un síntoma grave: ¡un domingo sin comunidad y sin Eucaristía!



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