BSCAM Los acompañamos para que adquieran convicciones sólidas

Los jóvenes de hoy, como los de todas las épocas, están esperando la mano amiga que los ayude a caminar. La dirección espiritual que Francisco de Sales realizaba con tantas personas, ayudándolos a caminar hacia Dios en el estado de la vida en que se encontraban, fue también lo que llevó a cabo Don Bosco con sus jóvenes.

Acompañar a cada uno mediante un ambiente educativo y un trato personal. No en vano inventó Don Bosco las «palabras al oído», que es el modo de decir que a cada uno proponía un itinerario personal de santidad y de crecimiento en su vida, hasta llegar a ser lo que Dios había «soñado» para a cada uno de ellos.

Reflexionar sobre este servicio a los jóvenes nos impulsa a profundizar en el significado que tiene, para nosotros, el acompañamiento de la persona. Un modo precioso de servir a los demás con la generosidad del tiempo concedido a la escucha. No hay cosa que más se aprecie en la relación entre las personas que el tiempo generosamente concedido a la escucha del otro, dejando otros compromisos, otras tareas, ofreciendo la plena disponibilidad para acoger, escuchar, orientar, guiar, proponer, acompañar.

Este sencillo y humilde servicio a los jóvenes expresa de forma evidente el aprecio y la importancia que damos a sus vidas cuando dedicamos nuestro tiempo a estar con ellos, escucharlos, comprenderlos y ayudarlos a que sigan en su vida el proyecto que Dios les propone.

También para esto hemos nacido en la Iglesia, para esto ha suscitado el Espíritu Santo el carisma salesiano en Don Bosco, vivido hoy en su familia religiosa. En esta dimensión del servicio pastoral del acompañamiento se pone en práctica nuestra predilección por los jóvenes pobres y abandonados. La persona que tenemos delante es importante cuando se dejan otras cosas para prestar atención a su vida, a su historia, a su situación.

En el más vivo lenguaje salesiano, encontramos el deseo de Don Bosco de llegar a ser el «amigo del alma» de tantos jóvenes, del mismo modo que Francisco de Sales había experimentado esa amistad espiritual que surgía en las personas por él acompañadas. Don Bosco, siguiendo la estela de Francisco de Sales, intenta que sus jóvenes lleguen a la amistad con Dios, centro de toda vida espiritual. Así, en la vida de cada día, en las más normales circunstancias, y también en los momentos especiales y difíciles. Él quería ser el amigo de aquellos muchachos que pudieran confiar en él, y como amigo y padre acercarlos a Dios.

Don Bosco escribió: “Constaté que algunos volvían a aquel lugar (la cárcel) porque estaban abandonados a sí mismos. Si estos muchachos tuvieran fuera un amigo que se preocupara de ellos, los asistiera e instruyese en la religión los días festivos, quién sabe si no se alejarían de su ruina o, por lo menos, no se reduciría el número de los que regresan a la cárcel. Comuniqué mi pensamiento a Don Cafasso; con su consejo y ayuda, me dediqué a estudiar cómo llevarlo a cabo, dejando el éxito en manos del Señor, sin el que resultan vanos todos los esfuerzos de los hombres”.

Don Bosco lo tuvo muy en cuenta, y lo hacía realidad con la acogida incondicional, el cuidado del ambiente y de la presencia, la amistad, el afecto, la confianza, la búsqueda del bien de cada uno, la escucha a Dios que es quien ha puesto en nuestro camino la persona misma que nos pueda acompañar.


 

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Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Edición 256 Marzo Abril 2022

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