Foto por Grace Dickason La mirada atenta de una madre al lado de su bebé hace que ella responda de inmediato con un suave toque o caricia al menor llanto o movimiento del pequeño. Este es quizás un buen ejemplo de lo que significa escuchar con el corazón. La madre siente lo que el bebé necesita.



Escuchar con el corazón es la experiencia de una persona noble, amorosa y compasiva. Mirando a nuestro alrededor, vemos millones de personas sufriendo en silencio todos los días. Todos quieren ser escuchados.

Pero el caos, tantos ruidos y el estruendo han causado mucha sordera interior y solo escuchamos algunos sonidos. Hemos perdido la capacidad de empatizar, escuchar y sentir.

Hay caos dentro y fuera de nosotros
La falta de escucha aflige a nuestro mundo en todos los niveles: desde los conflictos internacionales masivos -como la amarga guerra que se está librando en Ucrania- hasta los interminables conflictos comunitarios, sociales, de castas, religiosos... que azotan a muchos países. Lo vemos en todas partes.

El aumento vertiginoso de las separaciones entre esposos y familias es también una prueba de cuánto nos está costando nuestra negativa a escuchar, a nivel individual, familiar, social e internacional. A nuestro modo muchos de nosotros somos sordos a los gritos de quienes nos rodean. Nos hemos entorpecido por el ruido, nos hemos insensibilizado a los sollozos de angustia, demasiados para contarlos y nos hemos vuelto sordos, tanto externa como internamente. De hecho, cada uno de nosotros vivimos en nuestras pequeñas tumbas de silencio y nos sentimos cada vez más cómodos con la quietud mortal que habita dentro de nosotros.

 

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Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Edición 258 Julio Agosto 2022

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