TM8 260 Me llamo Ludwin Montenegro, tengo 25 años, soy egresado de Licenciatura en Ciencias de la Educación. Siempre me ha gustado trabajar con personas, verlas aprender, crecer, mejorar y que yo puedo ser parte de ese proceso a través de la educación.

 

Estaba en búsqueda de trabajo y una amiga me comentó que su hermana trabajaba en la Asociación Síndrome de Down (ASAPAED). No era mi opción trabajar en esa área, sin embargo no deseché la oportunidad. Me presenté a la entrevista, me ofrecieron el voluntariado y lo acepté. Sabía que la experiencia sería provechosa.

Durante la carrera estudié, de manera general, la inclusión de las personas con discapacidad, pero no me atraía porque lo consideraba difícil: muchas barreras y dificultades a enfrentar. Conozco personas con discapacidad que me confirmaban que sería un trabajo complicado.

Ahora que trabajo en la asociación sigo pensando que es difícil, pero no imposible: el aprendizaje exige más tiempo que el común. Es satisfactorio ver los resultados, porque el camino recorrido ha sido más consciente, con mayor esfuerzo y dedicación por parte de todos los involucrados: docentes, estudiantes, padres de familia, comunidad educativa. Puede parecer un logro pequeño, pero no para ellos.

Esta experiencia me ha ayudado a desechar mis prejuicios, a redefinir mi vocación de educador. Yo no estoy para ayudarlos sino para enseñarles a ser independientes, capaces de realizar las actividades ordinarias.
Cada día en mi trabajo es distinto. Cuando creo que he vencido una barrera, se me presenta otra que me impulsa a mejorar. Quiero aprender más, saber más para que mi intervención educativa genere de verdad un aprendizaje en las personas con síndrome Down.

Relacionarme con niños, jóvenes y adultos con síndrome Down me ha hecho crecer como persona y como profesional. Mi trabajo me permite desechar mitos tan arraigados como creer que ellos son incapaces de llevar una vida como cualquier persona, o que no deberíamos incluirlos en nuestra sociedad. No solo soy docente para enseñarles a ser independientes, sino también para propiciar la inclusión de las personas con discapacidad.

 

Este artículo está en:

Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Edición 260 Noviembre Diciembre 2022

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