- Por P. Hugo Estrada SDB /
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Tarde o temprano, a todos nos toca sufrir el “silencio de Dios”. Una tragedia, la persecución, la enfermedad, el fracaso económico. Entonces nos preguntamos: “¿Dónde está Dios?”. Nuestros amigos, que conocen nuestra fe, nos preguntan: “¿Dónde está tu Dios?” Nos dirigimos a Dios para preguntarle: “Señor, ¿qué pasa conmigo? Y solo recibimos como respuesta el pesado “silencio de Dios”.
- Por P. Hugo Estrada sdb /
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Es frecuente encontrarse con personas que afirman tranquilamente que ellas practican la religión a “su manera”. Este es un solemne disparate.
- Por P. Hugo Estrada sdb /
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Muy consolador lo que escribe san Pablo en su Carta a los Efesios: Ustedes han sido salvados por la gracia mediante la fe, y esto no viene de ustedes, sino que es un don de Dios (Ef 2,8).
- Por P. Hugo Estrada sdb /
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Con frecuencia, por televisión, aparece algún predicador no católico, que, cuando alguien le pregunta qué debe hacer para salvarse, le responde: “Usted no tiene que hacer nada; ya Jesús lo hizo todo por usted en la cruz”.
- Por Hugo Estrada /
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Con frecuencia, por televisión, aparece algún predicador no católico, que, cuando alguien le pregunta qué debe hacer para salvarse, le responde: “Usted no tiene que hacer nada; ya Jesús lo hizo todo por usted en la cruz”.
Además, le ayuda a hacer una breve oración: “Hermano, diga conmigo: Jesús yo te acepto en mi corazón, me entrego a tí, te doy gracias porque me has salvado. ¡Gloria a Dios, hermano; usted desde ahora ya es salvo!” Todos gritan: “Aleluya, gloria a Dios”.
- Por P. Hugo Estrada, sdb /
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Alguien escribió que en la actualidad el número de úlceras estomacales está en proporción directa al número de llaves que se llevan en la cintura o al número de teléfonos sobre el escritorio.
- Por P. Hugo Estrada sdb /
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Fue Santiago el que advirtió: “La fe sin obras es muerta” (St 2,20). La fe madura debe evidenciarse por las obras de fe, sobre todo por el amor. El mismo Santiago pone un ejemplo. Un pobre llega a una comunidad: todos, aparentemente, lo reciben con bondad. Le dicen que se abrigue, que le vaya bien, que coma, pero nadie le da nada. Santiago concluye diciendo: “La fe sin obras es muerta” (St 2,20).