Sor Alessa Smerilli Mayo 2018.- ¿La economía sostenible? «Yo la llamaría “economía de futuro”, porque tiene que ver con el porvenir del planeta y de nuestros hijos»; por lo demás, «las finanzas, como todos los instrumentos, pueden ser utilizadas para fines diferentes, quien da poder a las finanzas somos nosotros.

Es posible tener utilidades aún poniendo a la persona en el centro del desarrollo», por ello es tan importante hacer que crezcan «los fondos éticos», es decir esas formas de inversión que tienen en cuenta determinados parámetros sociales y ambientales, excluyendo, por ejemplo, sectores como el juego de azar, la explotación minera o los títulos petrolíferos, y eligiendo, por el contrario «fondos “descarbonizados”». Si la “biodiversidad” le hace bien al medio ambiente, lo mismo vale para las finanzas, en las que hay que afirmar una pluralidad de sujetos económicos y de inversiones capaces de limitar los intereses especulativos que hoy dominan. Un concepto que ha sido retomado incluso en el Documento sobre la ética y las finanzas que difundió hoy el Vaticano; en relación con todos estos temas, la Doctrina social de la Iglesia puede jugar un papel importante.

Es lo que explica a Vatican Insider sor Alessandra Smerilli de las Hijas de María Auxiliadora, que enseña Economía política en la Pontificia Facultad de Ciencias de la educación “Auxilium” de Roma, además de formar parte de numerosos organismos comprometidos en la promoción de las finanzas éticas. Recientemente a publicado el volumen “Píldoras de economía civil y del buen vivir”, editado por Laura Baldracchi y con un prefacio de Stefano Zamagni (ediciones Ecra). La tutela del medio ambiente, el respeto de los derechos humanos y sociales «en las empresas y en los Estados» en donde se llevan a cabo inversiones, una “governance” que impida la concentración de poder en pocas manos y que favorezca la presencia femenina en las cúpulas: estos son algunos de los principales puntos de referencia para una tendencia como esta. Y las cosas están cambiando, aunque estas opciones reduzcan la cantidad de los títulos en los que es posible invertir, porque «hoy se está poniendo de moda ser seleccionados por alguno de estos fondos éticos, se convierte en un factor de promoción empresarial».

Profesora Smerilli, ¿no hay también una carrera de grupos financieros, grandes bancos, para acaparar los recursos naturales que serán indispensables en el futuro próximo, como el agua?

Hay grandes empresas transnacionales que trabajan en el campo de los recursos hídricos y lo hacen con una óptica de sostenibilidad ambiental, una actitud que es premiada por los inversores. Entonces, a pesar de que estas decisiones se tomen tal vez por conveniencia, se está empezando a seguir este camino.

Cuidado con el modelo de “governance”, con los derechos, con el medio ambiente: ¿existe, entonces, la posibilidad de una economía sostenible? ¿Cómo la definiría usted?

Yo hablaría más bien de una economía de futuro. Si queremos un futuro para nuestro planeta hay que darse cuenta de que hay que pasar por este tipo de decisiones. Todo esto es posible, porque los inversores y la sociedad que hacen finanzas han comenzado a comprender. Por ello cual, además de quienes se ocupan de ahorro y se ocupan de la finanza ética, el núcleo de la propia “misión”, muchas sociedades están abriendo repartos éticos, los consumidores y los ahorradores se están volviendo cada vez más exigentes; en Italia, sin embargo, se va un poco lento, porque todavía la educación financiera sobre estos temas no está muy extendida; se debería aumentar la conciencia de quienes deben comprar esos productos sin estar fijándose en el “cero coma por ciento” del rendimiento. Es decir, hay que darse cuenta de qué quiere decir, incluso para uno mismo, hacer inversiones de cierto tipo; qué quiere decir para los propios hijos.

Recientemente, en el ámbito de la presentación de la Fundación “Quadragesimo anno”, se lanzó la propuesta de una “certificación según la Doctrina Social de la Iglesia”, una especie de rating católico. ¿Qué le parece?

Puede ser una idea en la que se podría trabajar y me parece una idea importante. En el sentido de que la Doctrina Social de la Iglesia no es más que una serie de enseñanzas que ponen en el centro a la persona y al bien común, por lo que el desarrollo es visto en una óptica del bien común. La «Laudato si’» es muy apreciada no solo en ámbito católico, sino por parte de estudiosos de todo el mundo que reconocen la importancia de los temas afrontados en esta encíclica. Y entonces, el punto es (y se trata siempre de lo más difícil) pasar de los principios a la operatividad; estas certificaciones deberían partir de los principios e ir a encontrar los índices que corresponden a esos determinados principios dentro de las empresas, dentro de los Estados. Es una operación compleja, pero no imposible. Incluso porque tenemos ejemplos de algunas sociedades que ya trabajan en este sentido, por ejemplo, una con la que colaboro, “Etica Sgr”, utiliza 65 indicadores para elaborar la propia puntuación; hay n equipo de personas que trabaja monitoreando las empresas cada seis meses para evaluar el respeto de estos principios. No es, pues, imposible. Se puede hacer y sería una cosa útil.

¿A qué se refiere cuando habla de economía civil?

La economía civil es una tradición del pensamiento económico que tiene sus orígenes en la Ilustración y en el humanismo del Renacimiento; el objetivo es el de poner en el centro a la persona y afirmar que en la economía pueden ser importantes también la confianza, la gratuidad y la reciprocidad. Me refiero a gratuito no como las cosas “gratis”, sino como el espíritu que mueve a hacer las cosas. Otro aspecto fundamental en la perspectiva de la economía civil es decir que no existe solamente la dialéctica Estado-mercado, sino también una sociedad civil que puede ser importante también desde el punto de vista económico. En Italia, por ejemplo, lo que llamamos “tercer sector” en realidad es un “primer sector”, también por la mole de trabajo y las necesidades a las que responde. Por lo tanto, no se puede pensar el mundo simplemente diciendo: «El mercado crea “pasteles” y el Estado los distribuye». Hay una sociedad civil que, como se está dando en la finanza ética, contribuye a que los “pasteles” sean creados de cierta manera, poniendo atención en la manera en la que se crea la riqueza y no solo en la cantidad. Una economía que desde dentro puede crear un sistema sostenible.

Pero, ¿cómo se pueden encanalar las fuerzas de las finanzas internacionales hacia este camino?

Cuidado: que la finanza ética esté funcionando lo demuestra el hecho que uno de los mayores fondos de inversión a nivel mundial, “Black rock”, está comenzando a interesarse en temas de sostenibilidad. Y esto explica bien que incluso ellos están entendiendo, aunque no sea por razones intrínsecas, que hay que tomar este camino.

Entonces se necesita también una movilización de la opinión pública...

Exactamente, Se necesita que muchos se den cuenta de la situación y que se premien ciertas inversiones en detrimento de otras, porque esto impulsa a las empresas a moverse hacia determinadas direcciones.

Pero vivimos en la época en la que las finanzas gobiernan el mundo. Parece una fuerza primordial que se mueve según sus propios intereses...

Este tema se relaciona mucho con la cuestión de las desigualdades y de la concentración de la riqueza a nivel mundial. Gracias a los últimos informes de Oxfam sabemos que hay 8 personas en el mundo que poseen la riqueza de la mitad más pobre de la población del mundo: 3 mil seiscientos millones de personas. Está claro que estas situaciones son insostenibles, deben ser denunciadas. Y también aquí hay mucho por hacer. Por ejemplo, en Italia tenemos una tradición que es la de las “cajas rurales”, de las cooperativas de crédito que, según los estatutos (en el segundo artículo), siguen los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Se trata de bancos que tratan de invertir en el desarrollo del territorio y no en otras partes. Entonces, también la legislación debería comprender un poco todo esto, porque en este sentido lo que se necesita es también una “biodiversidad” bancaria; en los Estados Unidos existen cuatro formas, cuatro tipologías, de bancos. En Europa hay una legislación que quisiera agrupar todo bajo la forma de la Sociedad por Acciones. Preguntémonos si esto favorece verdaderamente el desarrollo o no. Nosotros sabemos que en la naturaleza, cuando se pierde la biodiversidad, los sistemas hacen implosión. Tal vez valdría la pena hacer una reflexión sobre la biodiversidad también en el ámbito de las finanzas y, por lo tanto, tutelar esas formas de organización que no pueden ser afectadas por exigencias y normas que solamente se aplican a los grandes grupos. Es necesario que haya sistemas, según la tipología de la empresa bancaria, que puedan sobrevivir en el mercado.

Tal vez esta sea una de las razones de la crisis en Europa, esta especie de “monocultivo” en el ámbito financiero...

Existe este riesgo y, en mi opinión, se necesita un movimiento de la opinión pública y de estudios serios que demuestren cómo están en realidad las coas. Tomemos la clásica frase: “Too big to fail”, demasiado grande para quebrar. Según este principio, hay que ser grandes forzosamente para poder resistir en este mundo. Pero esto no siempre es verdadero. Entonces, se necesita gente que estudie seriamente cuáles podrían ser las alternativas, y hay que cultivar una diferencia de pensamiento en este ámbito, porque no solo enriquecería sino favorecería el desarrollo.

El Papa, dirigiéndose al Parlamento de Estrasburgo, se refirió a los padrones desconocidos de los imperios financieros...

Exactamente, nosotros quisiéramos que se supiera quiénes son y que también fueran diferentes entre sí, que hubiera derecho de ciudadanía para todas las formas.

Compartir