Carta del Rector Mayor a los salesianos. Roma, serptiembre.- "La vocación de permancer siempre  unidos a Jesús para tener vida" es el título de la última carta circular publicada en las Actas del Consejo General n. 408, del 16 de agosto de 2010,

que el Rector Mayor Don Pascual Chávez ha dirigido a los Salesianos, en el que afronta el tema de la fidelidad y la disciplina religiosa, con particular referencia al tema de la pedofilia "que ha estado últimamente en el  centro de la atención de los mass-medias y que ha provocado un grande y grave escándalo".

"Como un padre con sus hijos", Don Chávez toma en consideración la "marea de contestaciones sin precedentes en referencia a la Iglesia, al sacerdocio y a la vida consagrada, a causa de la publicación de noticias sobre los terribles y horribles casos de abusos sexuales perpetrados sobre los menores y sobre la forma a menudo inadecuada de su gestión", precisando enseguida que los casos de pedofilia "son escándalos en los que reconocemos la gravedad y en los que hace falta poner protección con prontitud y eficacia".

Reportando esmeradamente algunos datos sobre el fenómeno del abuso de los menores de edad, el Rector Mayor expresa algunas perplejidades sobre el predominante tesón de los mass-medias por los casos de pedofilia ocurridos en la Iglesia católica, observando como por otro lado por parte de los propios medios de comunicación a menudo se defiende, se promueve y se justifica una cultura y una industria del sexo. Con coraje, en cambio, certifica:  No nos es lícito fingir que nada ha ocurrido o que se traten de cuestiones que "no nos tocan". Son hechos dolorosos y degradantes para la Iglesia y, particularmente, para los Salesianos porque en ellos están implicados como víctimas algunos menores, que son la razón de nuestro ser consagrados, y como culpables algunos salesianos, hermanos por vocación y compañeros de misión".

En su carta Don Chávez expresa su sintonía con Benedicto XVI, del que cita varias intervenciones, de modo particular la "Carta pastoral a los católicos de Irlanda" del pasado marzo de 2010. Si es verdad que algunas afirmaciones parecen duras, ellas, en la sustancia, son sustentadas por las intervenciones del Santo Padre que no teme el reconocer los hechos y los sufrimientos de la pedofilia que "vienen del interior de la Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia". Es necesaria una profunda y sincera conversión.

Para ésto es importante dejarse iluminar por el Evangelio. Haciendo referencia a algunos pasajes del Nuevo Testamento, el Rector Mayor recuerda que la Iglesia ha nacido no de la traición de uno ni del abandono de todos "sino de la fe personal, del testimonio audaz, del ministerio a tiempo pleno, del martirio de los once". Los medios de comunicación, agigantando los casos aislados de pedofilia, han olvidado a "la inmensa mayoría, a los sacerdotes y a los religiosos que han vivido y viven todavía su fidelidad con alegría y con dedicación total y gratuita y buscan sin cansarse la santidad".

La alegoría evangélica de la vid (Jn 15, 1-8), brinda la oportunidad de comprender que la fidelidad del discípulo está garantizada por la unión a Cristo. "Si la misión de Jesús consiste en revelar a Dios y su amor, la única forma de hacerlo visible y creíble es el amor por los Suyos hasta al final;  `nadie tiene amor más grande que este, dar la vida por los amigos` (Jn 15,13)." Aquí se basa, como dice el artículo 2 de las Constituciones, la misión salesiana:  "ser en la Iglesia signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más pobres".

La tercera parte de la carta es operativa. Analizado el estado de la situación, inspirándose en el Evangelio, el sucesor de Don Bosco indica a los Salesianos cuatro actitudes. El primer paso hacia la conversión es la admisión transparente de las "responsabilidades", sintiéndose "herido por cada caso individual de violencia contra un menor". Sigue la "primacía" de las víctimas, "cuya confianza ha sido traicionada y cuya dignidad personal ha sido violada". Sin olvidar a los transgresores, que es preciso acompañar a lo largo de un camino de justicia, de cura y de gracia. Y, finalmente, el cuarto paso, la prevención de los abusos. Don Chávez pide a los Inspectores "elaborar, en sintonía con los procedimientos remarcados por la Santa Sede, y de llevar a la práctica un protocolo de protección de los menores, de hacerlo conocer y aplicar por parte de los Salesianos y de todos los colaboradores laicos comprometidos en nuestras obras"; se compromete, junto al Consejero para la Formación, a seguir la idoneidad de los procedimientos para el discernimiento vocacional y la autenticidad de las vocaciones, garantizando una formación humana, espiritual, moral y afectiva de los Salesianos.

Espero - concluye Don Chávez - que esta carta y las orientaciones propuestas nos ayuden a todos, nos ayuden a volver a Don Bosco y a la alegría de vivir como testigos de una auténtica cultura de la castidad y nos inspiren acciones concretas y líneas programáticas de futuro".

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