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Grupo de oración. Centro Domingo Savio. Cartago. Cartago, marzo 2017.- Todos los martes a las 6.30 pm se reúne en la capilla junto al patio del Centro Salesiano de Cartago un pequeño grupo de familias para rezar el rosario por las vocaciones.

Al principio, mientras se afianzaba el grupo, se reunían en el templo Don Bosco y los acompañaba el P. Roncero quien animaba y les daba las buenas noches. Desde que el P. René Guzmán tuvo la feliz idea de adaptar como capilla un aula junto al patio, la cual está abierta todos los días de 7 am a 9 pm, la misma es su lugar de oración. Ya llevan cinco años de caminar solos sin faltar a la cita ni un solo martes.
Ya brilla el amanecer de sus frutos. En años pasados las vocaciones que se animan o cultivan en Cartago venían de afuera, sobre todo por las confesiones en el templo. Pero ya empiezan a brotar de sus numerosos grupos, empezando por monaguillos colegiales y algún universitario.
La competencia, diría un socialista, es feroz. Pero los economistas dicen que siempre beneficia al consumidor y sobre todo a los pobres. Eso sí, obliga al emprendedor a servir mejor compitiendo en precio y calidad. Pues lo mismo pasa en tiquilandia con la pastoral vocacional. Cada diócesis de Costa Rica, ocho, tiene un sacerdote dedicado a tiempo completo a este sector. Y Cartago es la región que más obispos y sacerdotes diocesanos ha dado siempre al país. Tal vez por la presencia del Santuario Nacional y la práctica de la adoración eucarística. En cada una de las 300 parroquias de la República hay un grupo de familias que recogen dinero para ayudar a los seminaristas de su parroquia. ¿Cómo no va a estar siempre lleno el seminario nacional?
El ejemplo diocesano debe estimularnos a sembrar y cultivar cada vez mejor para poder cosechar.
Hay una numerosa población en la que se puede sembrar la semilla de la vocación. Y ya se está haciendo. En efecto, casi un millón de costarricenses reciben, directa o indirectamente, el servicio espiritual de la obra salesiana de Cartago. Desde Turrialba en el oriente hasta Ochomogo en el occidente y desde la lejana Zona de Los Santos en el sur hasta las faldas del volcán Irazú en el norte, de un centenar de pueblos llega siempre gente a la casa de Don Bosco. Unos llevan el mensaje a muchos otros. En toda la región saben que se atienden las confesiones en todas las misas tanto entre semana como especialmente en las largas filas de penitentes los fines de semana. Y no sólo en la iglesia. Por goteo llegan todo el día a las oficinas de los tres sacerdotes de la comunidad jóvenes y adultos solicitando confesión, consejería o dirección espiritual. E incluso gente del clero religioso y especialmente diocesano. Desde hace años la obra tiene muchos laicos muy buenos cristianos que colaboran en el apostolado salesiano. Son fruto del trabajo de nuestros antepasados. Además, en los dos intensos días de retiro espiritual que tiene cada uno de los grupos surgen muchos nuevos jóvenes evangelizadores que difunden el mensaje por toda la región.
Don Bosco atrae siempre. En este caso también por el clima fresco y agradable de Cartago, por ambientes tranquilos sin ruido de tráfico, aptos para reuniones de los grupos, para clases y la catequesis de confirma de jóvenes y adultos, por las soleadas aulas y salones, pues casi todos los días llega el sol temprano a corredores y aulas, por las bien cuidadas áreas verdes y zonas deportivas que atraen a numerosas familias a pasar un fin de semana feliz utilizando sanamente el tiempo libre. Y lo que más atrae es el buen servicio religioso que a diario recibe la gente de parte de la comunidad salesiana. Sin este servicio, de poco servirían las buenas instalaciones. Que Dominguito Savio ayude a salesianos y laicos a seguir trabajando y cultivando vocaciones para la Iglesia y para la Familia Salesiana.

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