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Diáconos salesianos 2017.- Guatemala, enero 2017.- El 28 de enero se realizó una impecable ceremonia para la ordenación diaconal de los salesianos Carlos Francisco Hernández y César Augusto Lacayo.

En el templo San Juan Bosco, la eucaristía fue presidida por Mons. Mario Fiandri y concelebrada por una veintena de salesianos de diversas casas de dentro y fuera de Guatemala.

Familiares y amigos de los ahora diáconos llegaron con puntualidad, todos arreglados de acuerdo a la ocasión. El coro comenzó a endulzar el ambiente para poner en sintonía el significado de una ceremonia como esta.

En punto de las nueve inició el rito con las caras nerviosas de Carlos y César. Todo era muy emocionante. La misa inició con normalidad ante un altar engalanado con esmero.

Después de la lectura del evangelio, llamaron a los candidatos por su nombre y en un breve diálogo el celebrante preguntó ¿qué es lo que piden?, ellos respondieron, fuerte y al unísono, el diáconado.

Después una sentida homilía y consejos para los nuevos diáconos se dio paso el rito de ordenación. Primero, el participante se acerca a monseñor, se hinca ante él y toma sus manos en señal de estar sostenido por la Iglesia, luego el da su bendición.

Después de esto Carlos y César se postraron para orar profundamente mientras el coro guiaba las letanía. Mientras tanto el pueblo de Dios oró junto a ellos, hincados, por su fidelidad al carisma salesiano.

Mas de una honesta lágrima se desbordó en ese momento. El Espíritu Santo se hizo presente. Podía sentirse una gran fuerza de unidad y comunión.

Pasado este momento los César y Carlos fueron revestidos, con la dalmática, por una persona especial, como una especie de padrino. El de Carlos fue el diácono Luís Fernando Acevedo y el de César fue su hermanos gemelo y también diácono salesiano, Alejandro Lacayo. Para este momento algunas lágrimas rondaban en las mejillas de los festejados.

Acto seguido, se hace entrega del los evangelios. La palabra diácono viene del gruego que significa, el que sirve. En este servicio el evangelio es su herramienta. Simbólicamente se coloca el libro en sus manos y el celebrante hace una oración.

Después de este gesto los diáconos ocupan un lugar al lado de monseñor y por supuesto en el altar, para proseguir con la eucaristía.

Al finalizar monseñor Fiandri dirigió unas emotivas palabras a los nuevos diáconos y les entregó una oración que fue leída en vos alta.

Al cierre de la misa hubo fotos, abrazos, lágrimas, felicitaciones, regalos y un sentimiento de alegría y esperanza en el ambiente. Los salesianos los festejaron con un refrigerio para todos los presentes y luego un almuerzo en familia.

Estas ceremonias son muestra del gran valor de una decisión radical, de la generosa entrega de una vida joven y de la esperanza de que los buenos son más.

 

 

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