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Voluntaria en Petén. He llegado a Peten con mucha ilusión, para intentar vivir con intensidad esta experiencia de voluntariado en un país como Guatemala, también llego con mis miedos, aunque desde que tomé la decisión me he encontrado muy serena y he sentido que Dios me estaba dando la fortaleza.

No había pensado que mi destino, pudiera ser este país, pero ha sido donde Jóvenes y Desarrollo ONG me ha enviado, aceptándolo con el deseo de aprender de esta experiencia.
Mi llegada a San Benito acompañada de Tole y María ha sido gratamente sorprendente, me he sentido desde el primer momento acogida por la Comunidad Salesiana y por las personas de la Parroquia de San Benito. Los distintos grupos de la Familia Salesiana y los grupos de jóvenes nos han hecho sentirnos a los voluntarios en nuestra casa, por su cercanía, sencillez y cariño.
Nos esperaban también Granada y Marisa, a nuestra llegada tenían preparadas nuestras habitaciones en la casa de Mama Margarita, que es donde vivimos los voluntarios.
En esta presencia salesiana me he encontrado en un Valdocco, los principales destinatarios son niños y jóvenes muy pobres, con muchas necesidades, al encontrarme con esta situación que ya esperaba el impacto ha sido grande, pues duele ver, tocar y sentir que muchas personas viven sin que se les respete sus derechos humanos. Lo bonito es que la presencia salesiana está aquí intentado ayudar a estas gentes tan desfavorecidas.
Tomo contacto con esta realidad, en los primeros días, he vivido un poco impresionada y me ha costado un poco resituarme aquí e intentar entender la situación en que vive este país.
En el dispensario he aprendido mucho y sobre todo a valorar aún más el servicio de salud que tenemos en España.
Las tareas que se me encomiendan en el dispensario no me resulta fácil desempeñarlas, pues me encuentro enfermedades y situaciones que nunca había visto en mi vida profesional, con la ayuda de Mirian y de Jesy, que son las promotoras de salud del dispensario y de Granada, enfermera y voluntaria como yo, fui aprendiendo y atendiendo a estos pacientes que acuden al dispensario, intentando ayudarlas, escucharlas y conociendo como viven para poder mejorar su situación de salud. Entre las personas que he atendido, las situaciones que más me han causado dolor es ver niños desnutridos, que nunca había visto en mis años de desempeño de mi profesión.
A pesar de las situaciones difíciles que viven estas gentes, como son los escasos recursos económicos, que como consecuencia llevan a otras carencias de todo tipo, siempre me he encontrado con personas agradecidas, educadas, amables y casi siempre con una sonrisa, he podido sentir que la presencia y trabajo del voluntario es muy valorada.
Llevo en mi corazón muchos rostros que siguen necesitando ayuda, sobre todo en educación en muchos aspectos de la vida como hábitos de higiene y alimentación. Creo muy necesario invertir en educación, promoviendo cambios generadores de salud que pueden verse a largo plazo.
Quiero destacar, la vida compartida con la Comunidad salesiana que nos ha acogido, hemos sido familia y como tal hemos vivido. La presencia de aspirantes en esta casa también le da un toque especial, con mucha alegría e ilusión esperanzada.
Destaco el grupo de voluntarios que hemos vivido juntos esta experiencia, a este grupo se han unido en los últimos días un grupo de italianos, Caterina, Filipo y Stefano, una semana antes se fue Granada y también se notó mucho su ausencia. El apoyo del grupo para mí ha sido muy importante, me han ayudado muchísimo a superar mis miedos, y a vivir con intensidad cada día.
En la Parroquia he visto un trabajo muy bueno en toda la pastoral, destaco la interrelación entre los distintos grupos que la forman, así como la vivencia intensa de la fe.
He encontrado una Iglesia que esta con los pobres, que acoge, que ayuda, que educa, que acompaña, que es alegre, que sale a las calles en busca de las personas que puedan necesitar ayuda.
El espíritu de Don Bosco esta en Petén, se vive y se siente su presencia, lo que cual me gusta mucho.
He vivido el espíritu salesiano en los oratorios con niños y jóvenes muy pobres, ver sus rostros alegres, recibir sus abrazos, sus besos y sentir que ellos están a gusto, me ha hecho vivir esos momentos con mucha alegría y esperanza, de que es el lugar donde ellos pueden crecer y madurar.
He recibido más de lo que yo he podido dar, me voy llena de experiencias, rostros, cariño, palabras de agradecimiento y con el deseo de que esta presencia siga creciendo.
El broche final ha sido el haber participado en el Campo Bosco en Carcha, yo me he encontrado muy a gusto con los jóvenes y hemos vivido esta experiencia a tope, encontrándonos con Don Bosco y reflexionando sobre el Aguinaldo del Rector Mayor de este año, sobre la familia.
También he echado de menos a mi familia, sé que ellos están contentos de que yo esté realizando este voluntariado, doy gracias a Dios por todo el apoyo que me han dado y sobre todo por su amor que me brindan cada día.
Creo que en mi vida hay un antes y un después de Petén, que me compromete a seguir el camino de Jesús con más fidelidad.

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