CDBosco En un ambiente positivo, de extraordinaria familiaridad y confianza, Don Bosco propone a sus chicos una experiencia de hondura creyente y de radicalidad evangélica. En el oratorio, la educación se convierte en un auténtico lugar teológico para la evangelización. Algunos no supieron compartirlo, otros vivieron rutinariamente una religiosidad capilar, pero muchos de sus jóvenes encontraron en él a un maestro de espíritu que les acompañó en el descubrimiento de Dios, en quien centraron la propia vida porque fue ese el tesoro más preciado que encontraron nunca.

Junto a Don Bosco experimentaron la bondad y la misericordia de Dios, descubrieron el gozo del perdón y la grandeza del proyecto de vida de las bienaventuranzas del Reino. Jesucristo fue su amigo; su palabra, camino de vida; la Eucaristía, fuerza para vivir una entrega cotidiana sencilla y generosa.

Una santidad al alcance de todos. Una propuesta de vida evangélica que llenaba el corazón de gozo y se expresaba en la alegría desbordante, el sentido de la fiesta, la responsabilidad hacia las propias obligaciones y la preocupación por hacer el bien a los demás.

 

Don Bosco no tenía grandes teorías sobre proyectos educativo-pastorales. Pero el evangelizador evangelizado se hizo compañero de camino y acompañó con maestría el camino de crecimiento y maduración de sus muchachos. Las biografías de Domingo Savio, Miguel Magone y Francisco Besucco son un espléndido reflejo de la tarea pedagógica-espiritual que Don Bosco desarrolló en Valdocco. Caminos diversificados para cada quien, partiendo siempre de la realidad personal y de la historia vivida. No hay dos vida iguales ni puede imponerse el café para todos. Don Bosco lo intuyó bien y se esforzó para ofrecer creativamente senderos adaptados al paso de cada uno. El punto de partida era siempre la experiencia personal; el horizonte propuesto, una vivencia del evangelio en la sencillez de lo cotidiano sustentada por la Eucaristía y la Reconciliación, alimentada en la oración y expresada en el compromiso de la responsabilidad y la ayuda a los demás.

 

En Valdocco se proponía sin rodeos, una “pastoral juvenil” de la alegría y la santidad. El secreto de Don Bosco fue anunciar con la propia vida que Dios es amor y misericordia entrañable. Lo demás fue cosa del Espíritu

Compartir