Ediciones de Don Bosco En marzo de 1853 comenzó Don Bosco la publicación periódica de las “Lecturas Católicas”, según cuenta en sus Memorias.

Se trata de una colección módica mensual, de pequeñas publicaciones de carácter instructivo y apologético: biografías edificantes, narraciones históricas. Fundada con la ayuda económica del obispo de Ivrea, monseñor Luis Moreno, se hace pronto popular por su sencillez, sus temas y su bajo precio. Se comienza con un tiraje de tres mil copias, que a continuación llegará a diez mil, y desde 1863 se imprimirá en la tipografía del Oratorio.

El mismo Don Bosco explica cómo llegó a las Lecturas Católicas:

“En 1847, cuando tuvo lugar la emancipación de los hebreos y de los protestantes, se hizo necesario ofrecer a los fieles cristianos en general, especialmente a la juventud, algún antídoto. Con aquel acto parecía que el gobierno quisiera solo dar libertad a esas creencias, sin detrimento al catolicismo. Pero los protestantes no lo entendieron así, y se dedicaron con todas sus fuerzas a hacer propaganda por todos los medios posibles.Tres periódicos, muchos libros bíblicos y no bíblicos, abundancia de ayudas, búsqueda de empleo, oferta de trabajo, donación de dinero, ropa, comestibles a quien iba a sus escuelas o frecuentaba sus conferencias o simplemente su templo, son todos medios usados por ellos para hacer prosélitos.

El gobierno lo conocía todo y dejaba hacer, protegiéndolos eficazmente con su silencio. Añádase a esto que los protestantes estaban preparados y contaban con toda clase de medios materiales y morales, mientras los católicos, fiándose de las leyes civiles que hasta ahora los habían protegido y defendido, apenas poseían algún periódico, alguna obra clásica o de erudición, pero ningún diario ni libro que pudiera ponerse en manos del pueblo humilde”.

Por ello, Don Bosco decide ponerse personalmente a la obra en este campo descuidado hasta ahora. Comienza con pequeñas publicaciones como “Los recuerdos a los católicos”, que difunde en los ejercicios espirituales y en las misiones populares, “y que en poco tiempo se distribuyeron por miles”. Imprime también un librito de 24 páginas con el título “Avisos a los católicos”.
Comenta Don Bosco: “El tiraje fue extraordinario; en dos años se difundieron más de doscientos mil ejemplares”.
Pero hace falta libros. Don Bosco se inventa la colección de las “Lecturas católicas” y prepara algunos textos. Es así como el primero de marzo de 1853 se publica el primer fascículo del “Católico Instruido”.

Las Lecturas gustan y obtienen un gran éxito. Por eso, para una amplia difusión, se había promovido una verdadera movilización general de personas, divididas en dos categorías según sus tareas: los asociados, que pagaban una suscripción y los corresponsales, responsables de la recogida y difusión en los centros que tenían oficina de correo.

Don Bosco se compromete también personalmente escribiendo cartas y llamamientos a obispos y cardenales para que promuevan y sostengan la iniciativa en las distintas diócesis y en Roma, porque “no se trata de especular con la venta de libros ni de ningún interés material; es una obra de especial dedicación, es obra de caridad religiosa y social, es una obra completamente moral”.

Estamos todavía en tiempos de gran analfabetismo y de pobreza. Sin embargo, la idea funciona. Las Lecturas Católicas encuentran inmediatamente una buena y, sobre todo, constante difusión y encontrarán buena acogida en cada región de Italia.

Don Bosco escribe bien, ha logrado la “eficacia de la palabra”. Se dice que al principio leía sus textos a Mamá Margarita o al portero del internado Barolo, para ver si los entendían. Su preocupación principal fue hacerse entender por todos. Pero escribiendo siempre en buen italiano, sobre todo porque sus chicos deben aprender a hablar y a escribir como los señores, no como pobrecitos empleados.

Tomado de Agasso Doménico, Don Bosco una historia siempre actual.

 

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