Ilustración: Nino Mussio El 1 de enero de 1873, Don Bosco, hablando a los chicos del Oratorio hizo fulgurar relámpagos de futuro: “Si tuviera que expresar lo que ahora me pasa por la mente, les describiría un gran número de oratorios esparcidos por toda la tierra, unos en Francia, otros en España, en África, en América y en tantos otros lugares donde nuestros hermanos trabajarán incansablemente en la viña del Señor. Esto ahora es solo una idea mía, pero pienso que puedo afirmarlo ya como algo histórico”.

Don Bosco pensaba ya en las misiones extranjeras. Es decir, tantos oratorios como el de Valdocco por todo el mundo, para toda la juventud pobre y abandonada. Sus sueños van mucho más allá de los límites de Turín, del Piamonte o de Italia.

Por lo demás, “en los años setenta se le dirigieron a Don Bosco frecuentes peticiones para que enviara salesianos a distintas misiones: Bangalore, en la India; Hong Kong; Australia; China; África, particularmente, a El Cairo; Estados Unidos. La escasez de personal y las dificultades que podría encontrar en países fuera de los grandes flujos migratorios italianos, con culturas y lenguas muy distintas de las raíces neolatinas de los potenciales misioneros, le hacían dudar. Por eso respondió con especial rapidez a las peticiones que le llegaron de Argentina” (Braido)

En diciembre de 1874 el comendador Juan Bautista Gazzolo, cónsul de Argentina en Savona, transmitió a Don Bosco de parte del arzobispo de Buenos Aires, monseñor Federico Aneiros, la petición de salesianos. El día 22, Don Bosco habla de ello al capítulo superior en Valdocco y después responde afirmativamente: Los salesianos irán a Argentina. El 5 de febrero escribe una circular a todos los socios y da la gran noticia: “Entre muchas propuestas que se han hecho de abrir una misión en el extranjero, pareció lo mejor aceptar la de la República Argentina. Allí además de la parte ya civilizada, existen todavía interminables extensiones de terreno habitadas por pueblos salvajes, entre los que, con la gracia del Señor, podría ejercitarse el celo de los Salesianos. Por el momento comenzaremos por abrir una residencia en Buenos Aires, capital de esta vasta República, y un colegio con iglesia pública en San Nicolás de los Arroyos no muy distante de la misma capital. Ahora bien, como hay que preparar el personal a enviar para este primer experimento, deseo que la selección de cada uno de los socios que vaya no sea por obediencia, sino de elección completamente libre”.

El que quiera ir haga la petición por escrito. El capítulo superior tomará en consideración “la salud, la ciencia, las fuerzas físicas y morales” de cada uno y después dará a los elegidos la posibilidad de “instruirse en la lengua y costumbres de los pueblos a los que se quiere llevar la palabra de vida eterna”. La salida está prevista “para el próximo mes de octubre”. Siempre había pensado en la evangelización en tierras lejanas; desde los sueños juveniles de ir a misiones, de los que le disuadió don Cafasso. Ahora Don Bosco considera que ha encontrado el campo de su misión: la inmensa Argentina. Él no irá nunca en persona, pero sí lo harán en su nombre, sus salesianos.

 

Compartir