brazos abiertos

Rio de Janeiro, Julio 2013.-Río de Janeiro, al igual que otras ciudades que han acogido la Jornada Mundial de la Juventud, está invadida por los peregrinos. El símbolo del día de ayer, 22 de julio, era el Cristo Redentor, que dio la bienvenida con los brazos abiertos; incluso Papa Francesco que llegó ayer por la tarde, 22 de julio, fue recibido inmediatamente con gran afecto y calor.


El monumento del Cristo Redentor, que se encuentra en la montaña de Corcovado es el símbolo de la ciudad de Rio de Janeiro y del mismo Brasil. El Cristo resucitado es también uno de los elementos que componen el logo de la JMJ 2013 y que sin duda, caracteriza a la edición brasileña de este gran evento. Inaugurado en 1931, mira hacia la ciudad con un gran abrazo.

Ayer por la mañana muchos jóvenes peregrinos subieron al monumento llenando los espacios del mirador; un enjambre de grupos con banderas, sombreros y camisas de colores. Un montón de abrazos y apretones de manos entre los jóvenes; a pesar de los diferentes idiomas, han interactuado entre sí pidiendo el favor de tomar una foto, información sobre su origen, cuál era el lugar de alojamiento e, inevitablemente, los contactos de las redes sociales. El Cristo Redentor parecía abrazarlos a todos.

Los habitantes de Río de Janeiro y de las ciudades cercanas como Niterói, Caxias y Iguaçú, abrieron los brazos acogiendo a los jóvenes peregrinos en sus casas, poniéndose a disposición como voluntarios y estando disponibles cuando en la calle piden información.

Fue también un verdadero abrazo lo que los jóvenes peregrinos, los voluntarios y la gente de Río de Janeiro quisieron ofrecer al Papa Francisco. Después de llenar el centro de la ciudad, esperaban el paso del Pontífice haciendo resonar muchas veces la consigna típica de la JMJ: "nosotros somos la juventud del Papa".

Fue un abrazo el que simbólicamente Papa Francisco quiso devolver a la gente a lo largo del camino realizado con el "papamóvil", y luego con un coche normal, sin blindaje, con la ventana abierta. En varias ocasiones, la procesión se detuvo para permitir que el Papa tomara en brazos y bendijera a los niños o dar la mano a los que se acercaban al vehículo. Si esto ha comprometido a los responsables de la seguridad, al mismo tiempo ha confirmado una vez más que el Papa Francisco busca el contacto con la gente, es el Papa del abrazo.

Con la sencillez y la franqueza que lo caracterizan dio su primer discurso en el Jardín del Palacio Guanabara de Río de Janeiro, donde fue recibido por la presidente del Brasil, Dilma Rousseff. "He aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño, hay que entrar por el portal de su inmenso corazón; permítanme, pues, que llame suavemente a esa puerta. Pido permiso para entrar y pasar esta semana con ustedes. – dijo el Papa Francisco citando a Pedro en la puerta Hermosa del Templo de Jerusalén - No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo".

El Rector Mayor, en las buenas noches a los salesianos de la comunidad de Niterói, se refirió a las palabras del Pontífice, que revelan su predilección por los jóvenes: "He venido para la Jornada Mundial de la Juventud. Para encontrarme con jóvenes venidos de todas las partes del mundo, atraídos por los brazos abiertos de Cristo Redentor. Quieren encontrar un refugio en su abrazo, justo cerca de su corazón, volver a escuchar su llamada clara y potente: «Vayan y hagan discípulos a todas las naciones»". Más tarde añadió: "Cristo les ofrece espacio, sabiendo que no puede haber energía más poderosa que esa que brota del corazón de los jóvenes cuando son seducidos por la experiencia de la amistad con él". Y, por último, la invitación a prestar atención a los jóvenes: "La juventud es el ventanal por la que el futuro entra en el mundo".

Concluyendo Papa Francisco dijo: "En este momento, los brazos del Papa se alargan para abrazar a toda la nación brasileña, en el complejo de su riqueza humana, cultural y religiosa. Que desde la Amazonia hasta la pampa, desde las regiones áridas al Pantanal, desde los pequeños pueblos hasta las metrópolis, nadie se sienta excluido del afecto del Papa. Pasado mañana, si Dios quiere, tengo la intención de recordar a todos ante Nuestra Señora de Aparecida, invocando su maternal protección sobre sus hogares y familias. Y, ya desde ahora, los bendigo a todos. ¡Gracias por la bienvenida!".

¡El Papa en Río de Janeiro quiere abrazar a todos los jóvenes!

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