P. Rosendo Soler sdb ANS España, Madrid, agosto 2011.-  Ha sido unánime el reconocimiento del trabajo y la dedicación de la Familia Salesiana para acoger el Movimiento Juvenil Salesiano durante la JMJ de Madrid.

Desde el Rector Mayor, la Madre general de las Hijas de María Auxiliadora, los mismos salesianos que acompañaron las Delegaciones y, sobre todo, los jóvenes quienes valoraron positivamente la organización, las ideas colocadas en acción, el entusiasmo y el coraje de apostar por el MJS.

“La Familia Salesiana está viva y es sensible a las inquietudes de los jóvenes de hoy”: así habría dicho Don Bosco si hubiera entrado en la sede general del MJS de España en Atocha. De eso está convencido el padre Rosendo Soler, Delegado nacional para la pastoral Juvenil salesiana de España, animador y coordinador del gran equipo que coordinó el recibimiento en Madrid del Movimiento Juvenil Salesiano.

Dos años de preparación fueron necesarios para llegar a este momento, que además de los aspectos organizativos – y antes de esos – se realizaron pasos importantes para crear mentalidad. “Hemos hecho la elección de asumir el desafío positivo de la JMJ en España, e inmediatamente  nos dispusimos a la tarea” explica el padre Soler. Todas las Inspectorías de España y Portugal estuvieron comprometidas en el esfuerzo, tanto los Salesianos como las Hijas de María Auxiliadora de Madrid estuvieron realmente trabajando.

“Estábamos convencidos, y lo estamos más todavía” agrega “que este evento nos traería muchas riquezas. Ante todo la apertura de nuestros horizontes, después la visibilidad del MJS”. Los Salesianos de España sabíamos desde el inicio que hacerse cargo de la acogida y la animación de las jornadas al final de la JMJ nos habría llevado el recurso de energías posteriores, pero hemos encontrado buena voluntad y disponibilidad expresado evidentemente en la presencia de tantos voluntarios, “con el descubrimiento fuerte de la gratuidad” comenta el padre Soler.

El camino cumplido ha llevado al MJS a tomar conciencia de su sentido eclesial. Hasta el momento actual la participación a la JMJ no había invertido así tan profundamente en el mundo salesiano, y en particular en los jóvenes católicos españoles. La experiencia de Santiago de Compostela no había sido tan comprometedora.

Y las conclusiones en términos concretos son múltiples: “hemos podido desarrollar una espiritualidad más fuerte, ejercitar con mayor intensidad la humildad necesaria, trabajar juntos con otras realidades eclesiales” subraya el padre Soler.

La visibilidad del MJS fue manifiesta en dos encuentros – la vigilia del 17 y la convocación antes de partir para Cuatro Vientos el 20 de agosto – desde los signos externos, como las camisetas dadas a todos los participantes, y el haber pedido al Comité organizador de la JMJ un espacio propio en los sectores C2 y limites dentro del aeródromo.

“La mirada que nace hacia el futuro después de vivir esta experiencia es la voluntad de trabajar nuestro Proyecto Pastoral Juvenil Salesiano con mayor intensidad y consciencia sabiendo de las bondades del mismo”, explica el padre Soler,  “Con la alegría que nos caracteriza”.

Eficiencia y serenidad fueron seguramente los elementos percibidos por los más de 7.000 jóvenes salesianos que se reunieron en Atocha el 17 de agosto. También personas ajenas al MJS se sintieron a gusto: el acontecimiento de la JMJ significará para ellos, cuando vuelvan a sus países, un acercamiento más estrecho al mundo salesiano.

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