BSCAM En las afueras de la ciudad de San Pedro Carchá, en Guatemala, funciona desde hace cuarenta años un internado para jóvenes mayoritariamente indígenas de la etnia qeqchí.



Es el reverso de los clásicos internados educativos. Empezando porque cuenta con un número alto de internos: 800. No hay muros que encierren los diversos ambientes educativos. El estudiante es libre de vivir en este ambiente o retirarse cuando así lo desee.

El edificio de aulas, el comedor, la iglesia, el sector administrativo están generosamente separados entre sí. Campos deportivos de futbol y volibol estratégicamente distanciados. Diversos talleres para el cultivo de habilidades técnicas útiles para una vida productiva.

El área administrativa cuenta con edificio propio, funcional, acogedor. El comedor está situado en la parte más elevada del terreno, lo que pone a prueba las energías de los muchachos, dada la interminable escalera que les espera.

La joya de la corona es la espaciosa iglesia cemicircular capaz de acoger a un millar de personas.

El Centro Don Bosco no cuenta con personal asalariado para el mantenimiento o servicios. Los estudiantes, por turnos, se encargan de la cocina. El aseo de patios, aulas, y demás ambientes corresponde a los internos. Es de notar que todo el Centro se distingue por una limpieza y orden notables.

Un equipo numeroso de educadores integrado casi todo por exalumnos del Centro se encarga de la organización, animación y coordinación de la vida de este enjambre juvenil. Es notable el clima de serenidad, alegría y dedicación tenaz al estudio.

Este milagro educativo tiene una historia relativamente corta. Hace 40 años comenzó el centro de Raxruhá. Años después, se abrió el centro de Carchá y por último el de Chamelco.

Alma y genio de este original e impresionante ensayo educativo es el P. Antonio De Groot, sacerdote salesiano proveniente de Australia. Con audacia y fe ha ido acompañando este genial experimento educativo. A su lado se está formando un selecto grupo de jóvenes que se forman, en diversas etapas, en la opción vocacional del sacerdocio y quienes serán los continuadores de este milagro educativo llamado Centro Don Bosco.

La enseñanza, además de cubrir las exigencias de la autoridad educativa nacional, ofrece a todos los estudiantes el cultivo de habilidades en talleres de albañilería, soldadura, carpintería, electricidad, panadería, sastrería y cultivo agroforestal.

La música ocupa un lugar de privilegio. Una banda con setenta músicos, más la guitarra y el canto coral dan sabor salesiano a este enjambre juvenil.

Esta densa agenda de actividades de estudio, trabajo y diversión llena totalmente la jornada que va desde las cinco de la mañana hasta las nueve de la noche.

Un segundo Centro Don Bosco funciona con el mismo esquema y ritmo en la población de Raxruhá, a 90 kms de distancia. Y un tercero en el cercano municipio de San Juan Chamelco. Entre los tres se alcanza una población de dos mil estudiantes.

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