Jueves, 08 de Septiembre de 2011 18:31
foto-ansRMG_006012011 ANS–Roma.– Concluida la XXVI Jornada Mundial de la Juventud ha llegado el tiempo de madurar algunas reflexiones sobre el significado y los frutos que esta debe producir. Publicamos la aportación del padre Fabio Attard, Consejero general de la Pastoral Juvenil salesiana.

“La JMJ de Madrid como evento ha pasado. De ahora en adelante lo que no pasa es el efecto que esta experiencia ha suscitado en el corazón de tantos jóvenes. Escuchando y releyendo los discursos de Benedetto XVI, creo que son cuatro las expresiones claves de esta fiesta de fe.


En la primera expresión invita a los jóvenes es a “No tener miedo”. El Papa invitó muchas veces a los jóvenes a no dejarse desanimar por el ambiente hostil de fe, un ambiente que llega a ridiculizar la misma elección de la fe. Sus palabras eran de consuelo y no de confrontación. El Papa ha abierto a los jóvenes la puerta de la consolación que viene como fruto de la elección de la fe, para aquellos que la acogen con coraje y simplicidad.

En esta misma línea, la segunda expresión, indicada por el Papa a los jóvenes, ha sido “superar la mediocridad”. En tres ocasiones el Papa Benedicto reflexionó sobre la cultura del vacío que devora las personas. Quien acepta el desafío de la fe, sale de un modelo puramente horizontal y va a descubrir la belleza del misterio que da sentido al tiempo y a la historia.

Después el Papa ofrece una pista, “radicarse en Cristo”, es decir construir la propia casa, la propia historia, sobre la roca, “firmes en la fe”. La invitación del Papa Benedicto no llega como algo que aliena la historia de los jóvenes. Y los jóvenes han acogido esta invitación dentro de su proyecto de vida. Quien, como yo, ha pasado algunas horas en el confesionario del Parque del Retiro de Madrid sabe bien cómo acogieron los jóvenes las palabras del Papa. La experiencia del perdón y la reconciliación que los jóvenes peregrinos vivieron en Madrid no era una experiencia esporádica. En la vida de ellos el sacramento de la reconciliación lo viven bien y lo viven de manera frecuente.

La última expresión clave de la JMJ de Madrid fue la invitación del Papa a “volver felices a casa”, pero no quedarse esa felicidad para ellos mismos. Quien ha tenido la fortuna de encontrarse con Cristo no puede quedárselo de manera egoísta. Quien ha hecho la experiencia del discípulo, ahora debe anunciarlo, debe ser un apóstol. Y el Papa ha pedido a los jóvenes que “sean testigos fieles y felices”, las dos fases de una vida de fe. Quien cree busca ser fiel y en la fidelidad encuentra su verdadera gloria, la verdadera felicidad.

Madrid durante una semana ha sido un cenáculo donde se sentía la fe de una generación de jóvenes que están cansados del vacío, fue un cenáculo de alegría en búsqueda de lo verdadero, de lo bello. Hemos encontrado jóvenes de todas las lenguas, de todas las razas y de todas las culturas. Son jóvenes felices que parecen amigos desde siempre, una amistad que viene de la fe en Jesucristo.

Para nosotros, Salesianos, ahora es el tiempo de ofrecerles experiencias verdaderas y duraderas, no sólo eventos. Experiencias que señalen la historia y que no sólo los diviertan durante un rato. Don Bosco nos invita a darles la verdadera alegría que es camino de santidad. Y la santidad es para los jóvenes peregrinos una palabra que no lleva a la vergüenza, sino que da fuerza. El reto es para nosotros”.

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