Rector Mayor 239 En enero hemos celebrado las Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana, con personas de 28 naciones. Es un encuentro de formación que se viene realizando desde hace 37 años y que cada vez es más significativo.



Al igual que el año pasado, Valdocco (en Turín), es decir los santos Lugares Salesianos han sido nuestra sede. Lugares llenos de espiritualidad donde todo nos habla y remite a Don Bosco y al carisma por él recibido del Espíritu Santo para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes del mundo. El tema que nos ocupó, en sintonía con la llamada que el Papa Francisco ha hecho a la Iglesia en la Exhortación Apostólica “Gaudete et Exultate” es la invitación a la santidad, una santidad sencilla, de lo cotidiano, la que viven de modo anónimo millones y millones de personas que nunca llegarán a ningún altar, pero que hacen todo un camino hermoso de vida cristiana.

Pues bien, fruto de la reflexión compartida en aquellos días han sido estas Bienaventuranzas de la Familia Salesiana que quiero darles a conocer porque, en mi opinión, no es algo teórico, no son frases recogidas de algún libro sino una síntesis de vida salesiana a la que hemos llegado consagradas, consagrados, laicos de la Familia Salesiana de todo el mundo y jóvenes.

Estas siete Bienaventuranzas dicen así:

1. Bienaventurada la Familia Salesiana que encuentra alegría en la pobreza. Llena de la gracia de Dios, hará milagros entre los jóvenes más pobres y marginados. Esto es santidad.
Puedo asegurarles, por todo lo que he vivido y visto en estos cinco años de animación por todo el mundo salesiano, hasta hoy en 85 naciones, que ciertamente cada día Dios sigue haciendo verdaderos ‘milagros de Vida’ en la existencia de tantísimos muchachos, muchachas y jóvenes, especialmente los más pobres y marginados.

Son milagros que nada tienen que ver con los medios económicos y sí con el trato personal lleno de autenticidad, afecto, acogida y escucha verdadera ante la situación de cada joven, situaciones que no pocas veces encierran verdaderos dramas.

2. Bienaventurada la Familia Salesiana que, con la mansedumbre y la caridad del Buen Pastor, acoge y acompaña amorosamente a los jóvenes, educándolos en el diálogo y en la acogida de quien es diferente. Esto es santidad.
Qué importante me parece educar a los jóvenes en el diálogo y la acogida de quien es diferente. En una de mis últimas visitas en Europa, una adolescente rezaba en público para que fueran capaces de “perder el miedo a los extranjeros”. Me preguntaba: ¿Qué estamos sembrando los adultos, o al menos las autoridades para que una niña de quince años llegue a sentir miedo por quien simplemente es diferente?

3. Bienaventurada la Familia Salesiana que, estando junto a los demás, cura las heridas de quien sufre y devuelve la esperanza a quien la ha perdido, ofreciendo la alegría de Cristo Resucitado. Esto es santidad.
La esperanza, una de las virtudes cristianas y palabra talismán que tanta falta nos hace hoy. A veces no se pueden resolver los problemas de las personas, pero se puede estar al lado, se puede transmitir acogida y respeto, se puede ayudar a curar heridas, porque ¿quién no lleva alguna herida en el alma y en el corazón?, y ¿quién no agradece el más pequeño gesto que ayude a aliviar el dolor de las heridas de la vida...

4. Bienaventurada la Familia Salesiana que, teniendo hambre y sed de justicia, acompaña a los jóvenes en la realización de su proyecto de vida plena en la familia, el trabajo, el compromiso político y social. Esto es santidad.
En todas las partes del mundo adonde he ido y con los jóvenes con los que me he encontrado les he preguntado si tienen ideales de vida, sueños, proyectos, porque una vida sin sueños, sin proyectos, sin ideales corre el riesgo de habituarse solamente a ‘sobrevivir’, pero no a vivir en plenitud. Por eso, una de las cosas más hermosas que tiene la misión salesiana es la de acompañar a los jóvenes, sea cual sea su situación, a hacer camino en su pequeño o grande, sencillo o sólido proyecto de vida. Acompañarles a anclar su vida en pilares que les hagan resistir los fuertes vientos y las mareas agitadas.

5. Bienaventurada la Familia Salesiana que hace experiencia viva de la misericordia, abre los ojos y el corazón para escuchar, perdonar, acoger. Esto es santidad.
La palabra ‘misericordia’ no es de uso común en nuestras sociedades. Por eso, cuando el Papa Francisco habla tanto de misericordia, no tardan en llegar ‘profetas de calamidades’ diciendo que eso es tontería y debilidad. Que así no se hacen caminos válidos de vida cristiana. No, amigos, nuestro modo de entender la vida y la educación pasa ante todo y principalmente por una mirada de comprensión, de compasión, de misericordia; pasa ante todo por la acogida y la escucha. Cuánta falta nos hace en la vida, ¿no creen?

6. Bienaventurada la Familia Salesiana que busca ser auténtica, íntegra y transparente, cultivando una mirada que va más allá de las apariencias y reconoce en cada persona la gracia operante de Dios. Esto es santidad.
Casi todo lo contrario de lo que se vende en nuestra sociedad: es más fácil vender el creer en el éxito fácil, en los engaños, en los negocios oscuros con tal que produzcan ganancia. Es más fácil aparentar, ponerse del lado de quien tiene la fuerza o el poder o el éxito, más que del lado de la verdad y de la justicia. Por eso nos sumamos a la gente buena, que también existe, y que cree en la autenticidad, en la transparencia, en la honestidad. O un camino o el otro, pero los dos al mismo tiempo no son posibles. Queremos ofrecer a los jóvenes lo que más les dignifique, aunque no siempre sea lo más fácil.
Y finalmente...

7. Bienaventurada la Familia Salesiana que, a partir de la verdad del Evangelio, fiel al carisma de Don Bosco, se hace levadura para una humanidad nueva, aceptando con gozo también la cruz por el Reino de Dios... Esto es santidad.
Seguimos creyendo que el carisma de Don Bosco, don de Dios para la Iglesia y el mundo, es tan actual y necesario como pudo serlo antes. Creemos, con humildad, que al mundo de hoy le faltaría algo si no existiera el carisma salesiano y las miles de presencias extendidas a lo largo de todo el mundo en 134 naciones y entre millones de jóvenes y sus familias.

Y seguimos creyendo que, aunque es cierto que hace más ruido el árbol que cae que el bosque que crece en silencio, queremos ser bosque que crece en silencio pero que albergará a muchos bajo su sombra para alivio de todos.

Seamos felices. Seamos bienaventurados.

 

 

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