RM243 ANS Este sueño misionero al que me refiero, amigos y amigas del carisma salesiano, es el gran sueño misionero de Don Bosco.


Ya desde los primeros años de la fundación de la pequeña y frágil Sociedad de San Francisco de Sales (salesianos), envió a los primeros misioneros a Argentina (año 1875) con la intención de atender a los emigrantes italianos llegados allí por miles, y con el deseo profundo de que, en cuanto fuese posible, fueran a evangelizar a los pueblos originarios en la Patagonia. Este mismo Don Bosco de los grandes sueños misioneros vio en uno de ellos cómo el desarrollo misionero y de extensión de la Congregación iría desde Valparaíso (Chile) a Pekín (China).

Ese sueño misionero sigue vivo, muy vivo, y sin duda Don Bosco, si estuviera presente físicamente entre nosotros, se sentiría muy feliz, y nos lo expresaría así, al ver cómo sus dos grandes congregaciones, los Salesianos de Don Bosco, y las Hijas de María Auxiliadora (éstas últimas fundadas con la ayuda de la gran cofundadora que fue María Domínica Mazzarello), no sólo siguen siendo misioneras sino que sin interrupción desde la primera expedición misionera que él preparó, y otras más, le han sucedido muchas, hasta llegar este año a la número 150.

El 29 de septiembre pasado, desde la Basílica de María Auxiliadora, en una hermosa eucarístía de envío se impuso el crucifijo a 36 Salesianos de Don Bosco y a 12 Hijas de María Auxiliadora, que irán destinados a cuatro continentes. La alegría era inmensa, el sentido de fiesta y de familia se podían tocar. Más de cien sacerdotes concelebraron y muchas religiosas fma y religiosos sdb estaban presentes junto a los jóvenes del voluntariado misionero y a muchos miembros de la comunidad cristiana de Valdocco que acompaña tantos eventos salesianos.

En la homilía pude compartir un dato que tiene mucho de curiosidad, pero mucho más de valor carismático y de identidad. Manifesté que en el departamento de las misiones los sdb tenemos un libro en el que están registrados los nombres de los misioneros enviados en las 150 expediciones, desde el primer nombre con Juan Cagliero. El número total de sdb hasta el día de hoy recogidos en ese registro es de 9.542 misioneros, desde el año 1875. Pero sabemos que otros mil más han sido enviados en otras circunstancias sin haber recibido la cruz misionera en Valdocco. Desconozco el número de nuestras hermanas misioneras fma, pero sin duda son varios miles. Entonces, ¿cabe alguna duda respecto del carisma también misionero de las dos Congregaciones queridas por Don Bosco? Ciertamente no cabe ninguna duda. Hemos nacidos como religiosas y religiosos para los jóvenes, chicos y chicas del mundo, y entre ellos los más pobres y necesitados, pero también para ser evangelizadores y misioneros donde se nos necesite.

Esto lo saben muy bien las hermanos y hermanos que han recibido la cruz en Valdocco. Esta certeza trae a mi corazón tantos rostros y tantos nombres de hermanas y hermanos misioneros que me he encontrado por el mundo en estos casi seis años. Siempre en medio de los más pobres y humildes en los cinco continentes. Siempre compartiendo la vida, aprendiendo y dando lo que pueden y tienen. Anunciando a Jesús con la palabra y muchas veces sin la palabra, porque no pueden anunciarlo, pero sí con la vida, con el testimonio ejemplar, con el evangelio sencillo y callado vivido en lo cotidiano.

Me he encontrado con hermanas y hermanos que han estado en cárceles diversas más de treinta o cuarenta años por motivos de su fe. Me he encontrado con hermanas y hermanos que han estado o llevan toda su vida compartiendo lo que son con los pueblos originarios. Me he encontrado con hermanos que después han sido mártires de la fe en una muerte sin sentido e injusta, como los dos últimos mártires misioneros salesianos españoles el P. César Antonio Fernández, y el P. Fernando Hernández, ambos muertos en Burkina Faso.

Todas estas hermanas y hermanos de hoy son los misioneros que han hecho y siguen haciendo realidad los sueños, el gran sueño misionero de Don Bosco.

Soy consciente de que este sueño no termina. Casi me atrevería a decir que, si somos fieles a Jesús y su Evangelio con el carisma de Don Bosco, este sueño no habrá hecho más que empezar. Hoy nuestros hermanos y hermanas siguen siendo misioneros en toda América, en la Amazonia y en toda la cordillera andina; misioneros en África, en Mongolia, en la Europa del este, en Nepal y otros tantos lugares de Asia, en casi toda Oceanía. Y nos sigue llegando peticiones para que los hijos e hijas de Don Bosco se hagan presentes.

Quiero concluir mi saludo agradeciendo la generosidad de tantos de ustedes amigos laicos que siguen confiando en nosotros, en esta familia salesiana que intenta aportar su granito de arena en la Iglesia y mundo de hoy. Gracias por su afecto, su simpatía e incluso su generosidad cuando algo se ha necesitado para los más pobres. Juntos llegamos a muchos más y más lejos. El buen Dios les bendiga a todos.


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