El comienzo del Año Nuevo, en nuestra liturgia, está iluminado por la antiquísima bendición con la que los sacerdotes israelitas bendecían al pueblo: “Que el Señor te bendiga y te guarde. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y tenga piedad de ti, que el Señor vuelva su rostro hacia ti y te conceda la paz”.
Queridos amigos y lectores del Boletín Salesiano, nos encontramos al inicio de un nuevo año, por lo que hagámonos llegar mutuamente nuestros mejores deseos para el tiempo que se avecina, un don que contiene todos los demás dones en los que se desarrolla nuestra vida.
Llenemos, pues, este deseo de contenidos que lo iluminen. Demos la palabra a Don Bosco que, cuando llegó al seminario de Chieri, se detuvo sobre el reloj de sol que aún hoy se encuentra en la pared del patio, y contó: «Levantando la mirada sobre un reloj de sol, leí este versículo: “Afflictis lentae, celeres gaudentibus horae”. He aquí, le dije a mi amigo, nuestro programa: estemos siempre alegres y el tiempo pasará pronto» (Memorias Biográficas I,374).
Don Bosco nos recuerda que vivir bien y transmitir serenidad da un nuevo valor al tiempo, pues cada instante es un tesoro que pasa rápidamente. Además, señalaba que los tres enemigos del hombre son: la muerte, que lo sorprende; el tiempo, que se le escapa; y el demonio, que le pone trampas. Ser feliz no significa vivir sin dificultades ni fracasos, sino aprender de ellos y valorar la vida a pesar de los desafíos. Es agradecer a Dios cada día por el milagro de estar vivo.
Un sabio tenía un reloj de péndulo que sonaba con fuerza cada hora, y al ser cuestionado si le molestaba, respondió que no, pues le recordaba preguntarse: ¿qué he hecho con la hora que acaba de pasar?
El tiempo es un recurso no renovable que se consume rápidamente y no ofrece segundas oportunidades. Por eso, debemos aprovecharlo haciendo el bien, mostrando amor y bondad, porque no volveremos a esta vida. Al final, enfrentaremos la pregunta: ¿Qué hiciste con el tiempo que te fue dado?
Nuestra esperanza se llama Jesús
En el nuevo tiempo que acabamos de. empezar, las fechas y los números de un calendario son signos convencionales, creados para medir el tiempo. En el paso del año viejo al nuevo, muy pocas cosas han cambiado, pero la percepción de un año que termina nos obliga a hacer siempre balance. ¿Cuánto hemos amado? ¿Cuánto hemos perdido? ¿Cuánto hemos mejorado o empeorado? El tiempo que pasa nunca nos deja iguales.
Al inicio del nuevo año, la liturgia nos invita a reflexionar con las primeras palabras del Evangelio de Juan: «En el principio existía el Verbo... y el Verbo era Dios». Estas palabras revelan el sentido profundo de la existencia: todo fue creado por medio del Verbo, en quien está la vida y la luz que ilumina al mundo, aunque las tinieblas no la reciban. Esta Palabra, más grande que nosotros mismos, es Jesús, el Hijo de Dios, razón de nuestra existencia y del mundo entero. Él es el motivo por el cual fuimos creados y el centro de nuestra vida.
Todo existe por Jesús, y solo en Él podemos comprender el sentido de nuestra vida. No debemos juzgar nuestra existencia comparándola con la historia o nuestra experiencia, sino abordarla a través de Jesús. En Él todo tiene significado, incluso lo contradictorio e injusto. Al mirarlo, comprendemos algo de nosotros mismos, como dice el salmo: "En tu luz vemos la luz". Esta es la manera de ver el tiempo según el Corazón de Dios, y queremos vivir este nuevo tiempo así.
El Año Nuevo traerá importantes acontecimientos y novedades para todos nosotros, para la familia salesiana, para la Congregación. Todo dentro del don del Jubileo que estamos viviendo en la Iglesia. En el espíritu del Jubileo nos dejamos llevar por la Esperanza que es la presencia de Dios en nuestras vidas.
El primer mes de este nuevo año, enero, está lleno de fiestas salesianas que desembocan en la Fiesta de Don Bosco; demos gracias a Dios por esta delicadeza con la que nos regala comenzar el nuevo año. Dejemos, pues, la última palabra a Don Bosco y fijémonos en esta máxima suya, para que forje nuestro 2025: “Hijos míos, guarda el tiempo y el tiempo los guardará para la eternidad”.