Cuando era niña, recuerdo al hada madrina, a santa Claus y por supuesto al ratón Pérez.
Hace poco José inició su muda de dientes y considere conveniente seguir con la costumbre de contarle la historia del buen ratón Pérez, que anda por todo el mundo recolectando los dientes de los pequeños, dejándoles a cambio dinero debajo de su almohada.
Como esperaba el plan fue un éxito, pues mi niño fue feliz con su primer $1, el problema vino cuando el dinero se acabó y no pudo seguir comprando dulces. Traté de explicar la situación de una manera creíble, sin embargo no fui del todo convincente con mi teoría, de que por eso no se te caen todos los dientes al mismo tiempo y días después, me dijo “mama mira cuantos dientes tengo flojos?”, dudé desde que me lo dijo, pero quise darle el beneficio de la duda.
Como madre y por bendición de Dios, tengo un sexto sentido que raras veces me falla y descubrí a Tote aflojándose el mismo los dientes, supongo que con la intención de recibir pronto la visita del ratón Pérez.
Después de reflexionar sobre lo sucedido, trate de comparar si esto me hubiera pasado a mi de chiquita, pero no pude, recuerdo que el dinero nunca fue una necesidad en mi niñez, no maneje dinero y no lo necesité, gracias a Dios tuve lo que necesitaba y si lo necesitaba no lo sabia.
Creo que el consumismo se ha metido hasta en la forma de criar a los niños y si no tengo cuidado con los valores que le quiero enseñar a mis hijos, probablemente surjan mas situaciones como estas, donde mando un mensaje equivocado a mis pequeños.
Eso si, me encanta ver a los niños sin dientitos :D