Como bien dijeron Jesús y Don Bosco, no es bueno para el alma apegarse a los hombres, como tales, pero que rico se siente el abrazo de un ser amado que hace mucho tiempo no ves, en este caso mi padre … mi papi me vino a visitar.
Sus visitas desde Costa Rica no son muy frecuentes y aunque creo que no lo sabe, cada vez que viene me sube a una montaña rusa de emociones extremas, me alegra tenerlo aquí, pero pienso inevitablemente en el día de su partida y quedo sensible y vulnerable, claro que quizás a él le pasa igual, pero lo importante es que viene a pasar un tiempo con su hija, su yerno y sus nietos.
En una visita sorpresiva y fugaz me devolvió un poco de infancia y al lado de mis hijos me hice una niña mas al cuidado de mi papi.
Con solo verlo llegar el corazón se me encogió y logré entender por un momento como añoran José Alejandro y Ana Lucía la llegada de su papá para besarlo y que los tenga en sus brazos el mayor tiempo posible.
Recordé como se siente estar segura y protegida en el abrazo de aquel que te dio la vida, él mismo al que hoy entiendo y valoro mucho más.
El tener mi propia familia, mis propios hijos me hace poder ver a mi papi con otros ojos, ahora comprendo el motivo de sus correcciones, cuando me aconsejaba sobre el futuro, pero también me hace recordar que le debo quien soy ahora, pues él me enseñó mucho sobre la vida, desde como manejar una bicicleta, hasta como aprender a administrar bien el dinero.
Y así como yo he madurado, mi papi ha cambiado mucho, el verlo disfrutar a sus nietos con toda libertad es algo nuevo para mí, pues en mi niñez fue estricto y tenía muy bien marcados sus límites.
Para dicha de mis hijos, mi papi ahora disfruta de la vida, la siente, juega con ellos, los consiente y se que los ama tanto como a mí, indudablemente por la distancia que nos separa, y porque ahora sus prioridades son otras, no podemos vernos tan seguido.
Tristemente todo pasa y el tiempo juntos se nos acabó esta vez, pero quedo totalmente agradecida por la oportunidad de estar juntos de nuevo. Quedo esperando con ansias la próxima vez que Dios nos permita vernos. ¡Te amo papito!