Frecuentemente escucho a padres de familia comentar: “es tan duro ver crecer a los hijos” y yo solo pienso, que no puede ser duro ver como parte de tu ser, poco a poco se va abriendo como una flor y se va mostrando cada vez más y más hermosa.
Mi satisfacción como madre diariamente es inmensa, mis dos pequeños son una fuente inagotable de energía, felicidad y actividad, pero fue luego de la última entrega de notas en el kínder de José, que me sentí aún más afortunada y feliz de poder vivir con ellos y para ellos.
Más allá de las calificaciones impecables de José, me impresionó oír las palabras de su profesora: “no subestimen la capacidad de aprendizaje de sus hijos” refiriéndose a los papas que no quieren que sus hijos trabajen de más.
En ese momento pasaron por mi mente todos los logros, (grandes y pequeños) que en estos casi 6 años, ha ido consiguiendo mi príncipe por mérito propio. Por más que yo trato de seguir viéndolo como mi bebito, José es toda un persona independiente que, hoy por hoy, se está abriendo paso en el mundo y de eso me siento más que orgullosa.
Yo creo firmemente, haciéndole honor a San Juan Bosco y a su estilo de vida, que cada pequeño logro es parte de una cadena que se convierte en un gran triunfo, y desde la pequeña silla, donde se sienta cada día mi pequeño, pude ver cuánto había crecido y cuanto le falta por crecer.
Solo le pido a Dios que me de vida para guiarlo y acompañarlo en la vida que el escoja vivir.