- Por BSCAM /
- 2579
Creada de la costilla del hombre, la mujer es «carne de su carne y hueso de sus huesos». Por este motivo, la mujer participa de la debilidad –la carne– del hombre, pero también de su estructura portante –el hueso–. Un comentario del Talmud observa que «Dios no ha creado a la mujer de la cabeza del hombre para que el hombre dominase; no la ha creado de los pies para que estuviera sujeta al hombre, sino que la ha creado de la costilla para que fuera cercana a su corazón». A estas palabras hacen eco las de la «amada» del Cantar de los Cantares: «Ponme como sello en tu corazón…» (8, 6). En estas se expresa la unión profunda e intensa a la cual aspira y a la cual está destinado el amor de pareja.
- Por Aníbal Cuevas /
- 2769
Estar abiertos a la vida desde el amor y el respeto mutuo.
• Dedicar tiempo de calidad tanto al cónyuge como a cada uno de los hijos ajustándose a las necesidades que requiere cada persona. Con ello, además, dejaremos de abusar de los abuelos.
• Dedicar el tiempo exclusivo que precisa cada hijo porque cada uno de ellos tiene sus circunstancias y una personalidad irrepetible. Huir de las comparaciones entre hermanos.
• Ser consciente de que el tiempo dedicado al cónyuge y a los hijos se traduce en la estabilidad familiar y, con ello, en la de la sociedad en general.
- Por BSCAM /
- 2475
El sentimiento del amor es bello, pero debe ser purificado mediante un camino de discernimiento en el que entran la razón y la voluntad. Sentimiento, razón y voluntad deben estar unidos.
En el rito del matrimonio la Iglesia no dice: “Estás enamorado”. Pregunta: “¿Quieres?, ¿Estás decidido?
El enamoramiento debe transformarse en verdadero amor implicando la voluntad y la razón que llevan al compromiso y a la purificación hasta poder decir con toda la fuerza: “Sí, esta es mi vida”.
En las bodas de Caná el primer vino era bueno: el enamoramiento. Pero no duró hasta el final. Debía llegar un segundo vino, más bello, mejor que el primero: el amor definitivo.
Es importante que el yo no quede aislado, el yo y el tú. Debe estar implicada también la comunidad parroquial, la iglesia, los amigos. Es muy importante la comunión de vida con los demás, con familias que se apoyan entre sí.
Esta comunión con los amigos, con la comunidad, con la iglesia, con Dios mismo produce un vino duradero.
- Por BSCAM /
- 2529
La familia tiene su ritmo, como el latido del corazón. Es lugar de descanso y de impulso, de llegada y de partida, de paz y de sueño, de ternura y de responsabilidad. La pareja debe construir el clima antes de la llegada de los hijos. La casa no puede quedar desierta a causa del trabajo, sino que la familia deberá aprender a vivir y a conjugar los tiempos del trabajo con los de la fiesta.
A menudo deberá hacer frente a presiones externas que no consienten elegir el ideal. Pero los discípulos del Señor son aquellos que, viviendo en las situaciones concretas, saben dar sabor a cada cosa, incluso a lo que no se logra cambiar: son la sal de la tierra.
- Por BSCAM /
- 2816
Existe una fuerte, sistemática y significativa correlación entre el vivir relaciones familiares estables y la felicidad sujetiva.
Personas relativamente más felices respetan más las instituciones y las leyes, participan más en la vida civil y en el servicio voluntario y tienen mejores logros económicos.
Estar casados tiene un efecto relevante y significativo en la satisfacción individual. El divorcio y, todavía más, la separación están asociados a niveles significativamente inferiores de felicidad.
Creer en la familia está asociado a un aumento de la satisfacción individual mayor que los efectos ligados a la importancia de los amigos, el tiempo libre, la política, el trabajo y la religión.
Creer en el matrimonio como institución y en la figura de los padres está asociado a un significativo aumento de la satisfacción individual. Una mayor frecuencia de relaciones con los padres y parientes tiene un efecto positivo en la felicidad.
- Por BSCAM /
- 2596
Somos miembros de los Salesianos Cooperadores y formamos parte del equipo de matrimonios de nuestra parroquia.
Como familia hemos experimentado situaciones difíciles: problemas económicos, de salud, sociales, laborales. Según las circunstancias, nos reunimos en familia para plantear nuestros problemas y buscarles respuestas.
Damos garantía que como católicos hemos obtenido las herramientas de gracia que nos ayudan a hacer nuestro “yugo llevadero y nuestra carga ligera”.
Como pareja pedimos al Señor sabiduría, salud y santidad. Intercedemos por nuestros semejantes, agradecemos por proveernos los alimentos diarios. Visitamos el Santísimo, meditamos la Palabra de Dios y frecuentamos el sacramento de reconciliación.
- Por Benedicto XVI /
- 4755
Queridos esposos, viviendo el matrimonio ustedes no se dan cualquier cosa o actividad, sino la vida entera. Y su amor es fecundo, en primer lugar, para ustedes mismos, porque desean y realizan el bien el uno al otro, experimentando la alegría del recibir y del dar.
Es fecundo también en la procreación, generosa y responsable, de los hijos, en el cuidado esmerado de ellos y en la educación metódica y sabia.
Es fecundo, en fin, para la sociedad, porque la vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes sociales, como el respeto de las personas, la gratuidad, la confianza, la responsabilidad, la solidaridad, la cooperación.
Cuiden a sus hijos y, en un mundo dominado por la técnica, transmítanles, con serenidad y confianza, razones para vivir, la fuerza de la fe, planteándoles metas altas y sosteniéndolos en la debilidad.
Ustedes, hijos, procuren mantener siempre una relación de afecto profundo y de cuidado diligente hacia sus padres, y también que las relaciones entre hermanos y hermanas sean una oportunidad para crecer en el amor.