Sabemos bien que Don Bosco fue un soñador. Soñaba despierto... pero también soñaba... de verdad. Mucho se ha escrito sobre los sueños de Don Bosco tratando de encontrar una explicación razonable de un fenómeno que para muchos es un signo de la Providencia de Dios y para otros encuentra su lógica en fenómenos extrasensoriales. Hay quien afirmará que son sólo recursos educativos utilizados pedagógicamente por el santo y no pocos coincidirán con la opinión de la abuela de Juanito, quien al contar el sueño de los nueve años aseveró que “no hay que hacer caso de los sueños”.Pero ¿qué pensaba Don Bosco de sus sueños? En las Memorias Biográficas nos dejó su testimonio:
“... Algunas veces me confesé con don Cafasso de este mi aventurado modo de hablar. Me escuchó, pensó un momento y después me dijo: ‘desde el momento en que todo lo que dice se cumple, esté tranquilo y siga así’. Pero, sólo unos años después, cuando murió el joven Casalegno y lo vi en el ataúd sobre dos sillas en el pórtico, igual que en el sueño, ya no dudé en creer firmemente que aquellos sueños eran avisos del Señor”.
Aunque no tenemos certeza histórica de todas las fuentes que han llegado hasta nosotros, lo cierto es que es innegable la realidad de los sueños en la vida de Don Bosco.
Don Bosco es un educador, pero un educador “santo”, es decir, un hombre creyente con una fuerte experiencia de Dios. Desde esta clave, los sueños remiten a una experiencia sobrenatural que el propio soñador sólo entenderá progresivamente y a medida que éstos se cumplen en la realidad cotidiana.
Es posible afirmar el fenómeno y la lectura que el propio sacerdote va haciendo de esta experiencia. A medida que su obra iba adelante y la conciencia de su misión fue afianzándose, Don Bosco llegó a la conclusión de que aquellos sueños eran “avisos del Señor”. Era su manera concreta de leer la globalidad de su experiencia como apóstol y misionero de los jóvenes que se siente llevado de la mano por Aquel que le ha escogido y amado.
La presencia de lo sobrenatural en la vida y en la obra del Padre y Maestro de los jóvenes es extraordinaria. Su capacidad soñadora sólo puede ser leída desde esta experiencia de Dios que realiza obras grandes con los pequeños y a los pobres. Por sus frutos los conoceréis ¿O no?