Semana Santa. Flickr. Dentro de pocos días estaremos celebrando el acontecimiento más grande de la historia: la Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios.

La historia humana no volverá a ser la misma después de lo que le sucedió a Jesús en la Ciudad Santa de Jerusalén.

Es una historia que ha sido relatada artísticamente de muchas formas y estilos: películas, canciones, libros, pinturas, representaciones teatrales, esculturas, dibujos animados, etc.

Nuestros pueblos también han encontrado la manera de contar y transmitir estos acontecimientos a las nuevas generaciones a través de la devoción popular.

A lo largo de los años se han ido consolidando tradiciones religiosas y culturales delante de las cuales no podemos quedar indiferentes. Pienso en la variedad de platos de comida típica propia de estos días; las procesiones que aglomera a miles de personas manifestando por las calles el Misterio de la Redención; la música melancólica de las bandas que acompaña las procesiones; las ropas y trajes especiales que visten los cargadores de andas y las alfombras elaboradas con tanta dedicación y esfuerzo con sal o aserrín teñido.

No hay duda que el Misterio de la Pascua es un evento extraordinario con consecuencias importantes para nuestras vidas, sin embargo, sin quitarle el mérito a las devociones populares no quisiera creer que la Semana Santa se ha convertido en algo folclórico.

Temo pensar en la gente que amontonada por las calles ni si quiera sabe de las celebraciones litúrgicas del Jueves Santo en la que se celebra la Cena del Señor, la institución de la Eucaristía, el lavatorio de los pies y la institución del Sacerdocio ministerial.

Fieles que ni siquiera están al corriente que la procesión del Viernes por la mañana es el rezo del Vía Crucis y que por la tarde se celebra la Pasión del Señor.

Bautizados que brillan por su ausencia en la Celebración de la gran Vigilia Pascual del Sábado Santo, la noche Santísima en la que los miembros de la Iglesia reunidos en oración celebran la victoria de la Vida sobre de la muerte.

Cristianos que tal vez lleguen el Domingo de Resurrección a la Misa, sin saber exactamente qué fue lo que sucedió en estos días. Como cuando los discípulos de Emaús preguntan: ¿eres acaso el único en toda la ciudad que no sabe lo que ha pasado en estos días? (cf. Lc 24,18)

La Pascua es el paso de Jesús de la muerte a la vida, su salida de la tumba la mañana del Domingo de Resurrección.

No desperdiciemos esta oportunidad de vivir como comunidad de bautizados, como miembros del Pueblo de Dios el centro de nuestra fe.

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