Artémides Zatti, llevó a Argentina un tesoro: una vida cristiana sólidaLos héroes populares suelen ser personajes poderosos, ricos, bellos, valerosos. También se acostumbra glorificar a los violentos que aplastan a los débiles, a los tramposos, agresivos o estafadores en gran escala.

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A principios de 1897, la familia Zatti se embarcó rumbo a Argentina. Artémides contaba con 16 años.Un paisaje, una cultura y un lenguaje nuevos reciben a un joven Artémides, un santo que vivió algunos de los sueños y dificultades, nostalgias y alegrías, que vive cada migrante que deja su tierra.

“Creí, prometí y sané”La fe como adhesión personal a Dios resultó para Zatti una historia personal, llegando a la santidad en el trabajo concreto, en la atención de los enfermos, en el mundo de la salud.

vivir su vocación salesiana como salesiano “coadjutor” le facilita la cercanía con los más necesitadosEn las cosas grandes, uno puede fingir. En las cosas pequeñas, uno se muestra como es. Y en esta respuesta podemos rastrear algo de la vida y el corazón de Don Zatti.

Artémides trabajará en el mundo de la sanidad a la par de los médicos, enfermeras y enfermeros, personal de la saludLa faceta profesional de Artémides, que comenzó con una promesa, se arraigó en la confianza en la Providencia y se desarrolló una vez que obtuvo la curación de su enfermedad. La frase “creí, prometí, sané”, lema de su canonización, muestra la total dedicación que Artémides Zatti tuvo con sus hermanos enfermos, los más pobres y necesitados.

Regalo para el Pueblo de Dios que sufre, cree y confía.¿Qué es lo primero que pensamos cuando decimos “santo”? ¿Qué imágenes nos vienen a la memoria? ¿A qué asociamos la “santidad”? Sin duda nos encontraremos con una pluralidad de ideas, experiencias y recuerdos. Como personas creyentes, es bueno ir a la fuente, a la Palabra de Dios. Allí vamos descubriendo esa hermosa trama de encuentros, de búsquedas, de alegrías y desafíos entre la iniciativa de Dios y la respuesta libre del ser humano.