“Quien vive todo desde la fe en el Creador, también desde la fe en el Creador vive el coronavirus”. José Granados La utopía transhumanista nos seduce con la ‘superinteligencia’, la ‘superlongevidad’ y el ‘superbienestar’ prometiéndonos ser dioses gracias a la tecnología. Luego llega el coronavirus COVID-19 y nos sitúan, con toda su crudeza, ante nuestra vulnerabilidad y fragilidad, así como ante nuestra inevitable condición humana mortal.

Desde una cosmovisión cristiana se repite para los hijos de Adán el drama del Edén. La serpiente tentadora se acerca a quien ha recibido el don de la razón para ofrecerle una superinteligencia que lo libere de la humilde sumisión al Creador. “El día que coman del fruto serán como dioses”.

El ser humano desea construir por sí mismo la visión de la vida y las reglas de una autonomía total: la torre de babel. Quiere ser independiente de su Creador y adquirir un saber elaborado por él mismo.

Pero ¿acaso no ha venido al mundo la Sabiduría eterna y en medio de nosotros ha puesto su morada? Sin embargo, ¿cuántos, incluso creyentes, la han abandonado par andar detrás del ‘boom’ del momento y poner su ‘salvación’ en ‘doctrinas llamativas y extrañas’? (Heb 13,9).

La capacidad de discernir los signos de los tiempos es un aspecto fundamental de la vida de la fe. El cristiano debe estar dotado para moverse con seguridad de juicio, en un mundo confuso e incierto, lleno de insidias y engaños.

Quien alimenta su fe con la vida de gracia posee ya aquella luz interior que lo capacita para discernir entre la luz y la tiniebla, entre la verdad y la mentira. Cuando el alma está inmersa en esta luz, se vuelve sensible a la acción de Espíritu Santo que la guía. Posee aquella sabiduría que es más valiosa que cualquier tecnología. Existen personas cultas pero necias y persona sencilla, pero sabias. ¿No será acaso Jesús de Nazaret, el más sabio entre los hombres, un humilde carpintero?

La expansión del COVID-19 ha logrado que la sociedad global haya entrado en pánico. ¿Cómo debemos en estas circunstancias utilizar nuestra capacidad de discernimiento espiritual para ser luz del mundo? Como dice José Granados: “Quien vive todo desde la fe en el Creador, también desde la fe en el Creador vive el coronavirus”.

No tenemos las respuestas al sufrimiento inocente, pero conocemos a quien si las tiene. Lo conocemos y sabemos invocarle para que nos ayude a vivir con sentido esta hora incierta. Creer en Dios significa que nuestros ‘¿por qué?’ puede transformarse en un ‘¿para qué?’ Como escribió Juan Pablo II: “El sufrimiento está presente en el mundo para provocar amor, para hacer nacer obras de amor al prójimo”. Todos estos sufrimientos están presentes para que se reavive en nosotros el amor.

Estos tiempos duros para muchas familias, para los ancianos, para los más frágiles deben despertarnos al amor, acrecentar en nosotros las obras de amor al prójimo.

Es una magnífica ocasión para pensar si queremos volvernos hacia Dios, que es el manantial y cauce de todo Amor y así, de este modo, dejándonos guiar por la luz sobrenatural del Creador y mediante el don de discernimiento espiritual que nos otorga el Espíritu Santo, ser luz del mundo y evangelizadores de la globalización, también a través de las últimas tecnologías.

 

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