Etica3 Adolfo Lujan Desde el principio queremos dejar claro que compartimos el objetivo de no-discriminación por motivo de orientación sexual. Hay que superar las discriminaciones históricas injustas contra estas personas. Pero discrepamos totalmente del intento de imponer una determinada visión de la sexualidad a todo el mundo.


A favor de la lucha contra la discriminación, sí; a favor de la imposición de una ideología, no. Y ello porque supone el mayor atentado a las libertades de pensamiento, de expresión, de educación y religiosa.

La llamada ‘Ley de mordaza’ que se discute en España contiene normas que dan al lobby LGTBI (Lesbianas, Gays,Transexuales, Bisexuales, Intersexuales) numerosos privilegios y un acceso prioritario a la financiación pública que es dinero de todos. Aunque, extrañamente, los LGTBI no podrán acudir a profesionales que les ayuden a modificar su tendencia homosexual, aunque así lo deseen.

Las nuevas leyes restringen los derechos a la libertad de pensamiento, ideológica, religiosa y de educación y expresión de todos aquellos que no comparten los presupuestos ideológicos de género y la visión de la sexualidad de esta ideología; y sancionan con fuertes multas a quienes no comulguen con los postulados en materia de sexualidad de la ley en cuestión. Esto es especialmente grave en materia de educación. Estas leyes se basan en una concepción de la persona y la sexualidad muy discutible, pero que se quiere imponer a todos. De manera que adscribirse a ella otorga nuevos derechos, y discrepar de ella implica recibir sanciones.

Los derechos humanos, tal y como fueron definidos en la Declaración de 1948 de la ONU, configuran unos valores objetivos propios de todos los seres humanos y dignos de ser protegidos porque encarnan la dignidad humana. Como tales, esos derechos reclaman una protección universal.

1- Entre ellos está la libertad de la persona para desarrollar libremente su personalidad. El Estado y yo debemos respetar el libre desarrollo de la personalidad de todos. Pero el Estado no tiene por qué difundir y exigir la adhesión de todos a la opción personal de cada grupo, y yo no estoy obligado a considerar digna de aprecio cada una de las opciones de los demás. Yo no estoy violando el derecho de nadie al libre desarrollo de su personalidad si su opción me parece inmoral o errónea; o si me niego a que se explique en la escuela de mis hijos como algo admirable.

Sin embargo, las leyes de privilegios para lo LGTBI afirman lo contrario: El Estado difunde y exige la adhesión de todos y deben considerarla digna de aprecio y debo aceptar que se explique en la escuela de mis hijos y que se sancione a quien no comparte esta opción.

2- Es un derecho humano mi libertad de expresión. Pero lo que yo digo puede ser criticado por cualquiera. No puedo protestar porque otros no se adhieran a mis ideas, siempre que no me prohíba expresarlas. También es un derecho humano la libertad religiosa. Pero mi concepción religiosa particular no tiene por qué ser compartida por los demás. Basta que no se opongan a que yo crea lo que quiera. Mi libertad de expresión implica que yo escribo lo que quiero, pero no exijo que todo el mundo deba leer mis libros y, menos aún, que todos tengan que decir que les gustan mis libros.

Sin embargo, las leyes de privilegios para lo LGTBI afirman lo contrario respecto a la visión de la sexualidad de la ideología de género. Todos deben decir que les gusta. Todos deben compartirla. No pueden criticarla, sino que deben adherirse a ella.

3- Yo tengo derecho a configurar mi sexualidad como quiera. Pero esa libertad no implica que los demás deban decir que les parecen dignos de imitación; y, mucho menos implica que mis opciones sexuales personales deban ser objeto de exposición obligatoria en todas las escuelas del país en clave positiva. Sería irracional mi pretensión de que los medios de comunicación deban presentar obligatoriamente mis opciones sexuales en clave positiva. Y ya sería el colmo si, además, pretendo que el Gobierno penalice a quien piense que mi forma de vivir la sexualidad no es digna de aprecio.

Sin embargo, las leyes de privilegios para lo LGTBI afirman lo contrario respecto a la visión de la sexualidad de la ideología de género. A todos debe parecer digno de imitación el ideario LGTBI, y formar parte necesariamente del proceso de formación de todos los funcionarios del Ministerio de Salud y del Ministerio de Educación, so pena de sanción.

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