Recuerdos de Don Bosco a los primeros misioneros Durante todo el año 1875, Don Bosco cuidó personalmente hasta el más mínimo detalle la preparación de la expedición pionera rumbo a la Patagonia, con paradas obligadas en Buenos Aires y San Nicolás de los Arroyos. Tras no pocas dificultades, logró formar un pequeño grupo de diez jóvenes salesianos con la salud, ciencia y fortaleza necesarias para la misión. Reunidos en Varazze, aunque sin tiempo suficiente, intentaron instruirse en el idioma y en las costumbres de los pueblos a los que llevarían la palabra de vida eterna. Mientras tanto, con la entusiasta colaboración de muchos, se dedicó a preparar el ajuar necesario para los misioneros.

El día de Todos los Santos, junto con su bendición, los jóvenes recibieron del Papa Pío IX la misión jurídica, acompañada del título y las correspondientes facultades de Misioneros Apostólicos. También se les entregó una carta autógrafa del Secretario de Estado, el cardenal Antonelli, dirigida al arzobispo de Buenos Aires, monseñor Aneiros, en la que se recomendaba la nueva misión.

El adiós...

Finalmente, amaneció el jueves 11 de noviembre, un día memorable para el Oratorio de San Francisco de Sales. Las crónicas han recogido detalladamente los acontecimientos de esta jornada de despedida, la cual estuvo precedida por una preparación espiritual: el ejercicio mensual de la buena muerte, realizado con gran fervor por todos los jóvenes en la mañana; la visita de los misioneros al arzobispo de Turín, monseñor Gastaldi; y una ceremonia especial en la que un joven valdense, alumno del Oratorio, hizo su profesión de fe y recibió el bautismo de manos de Don Cagliero. Este último iniciaba así, a los pies de María Auxiliadora, su misión de salvar almas, que continuaría al otro lado del Atlántico.

Hacia las cuatro de la tarde, la afluencia al templo presagiaba un lleno sin precedentes. Durante las Vísperas en honor a la Virgen, al canto del Magníficat, los diez misioneros entraron de dos en dos y se ubicaron en el presbiterio. Tras la ceremonia, Don Bosco, desde el púlpito, despidió a sus hijos, recordándoles el origen del apostolado cristiano y el propósito fundamental de su misión. Expresó su esperanza de que esta primera expedición fuese solo el inicio y que, con el tiempo, la acción apostólica salesiana se expandiera desde el Río de la Plata hasta las regiones más lejanas, especialmente la Patagonia, aún inexplorada por la religión y, en consecuencia, por la civilización. Concluyó pidiendo oraciones para que los misioneros se sintieran apoyados en su labor y para que la familia salesiana permaneciera unida en espíritu.

Los recuerdos de Don Bosco

Tras impartir la bendición eucarística y recitar las preces de los itinerantes, comenzó el momento más conmovedor de la jornada. Según Don Chiala, fue la parte “más emotiva”; para Don Ceria, la “más patética”. Todo el templo se llenó de sollozos y lágrimas, poniendo a prueba la serenidad de los jóvenes apóstoles. Mientras un coro juvenil repetía el cántico Sea bendito el nombre del Señor ahora y siempre, Don Bosco y los sacerdotes asistentes daban el último abrazo a los misioneros.

La emoción alcanzó su punto culminante cuando los diez jóvenes atravesaron la iglesia entre la multitud de alumnos y conocidos, quienes intentaban, a toda costa, besar sus manos y sus vestiduras. Fue en este preciso instante cuando Don Bosco, consciente de la importancia del momento, entregó a cada uno los “recuerdos” que les había prometido en su discurso de despedida: “A todos en privado ya les he dicho de palabra cuanto el corazón me inspiraba y cuanto creía más provechoso; a todos, además, les entregaré por escrito algunos recuerdos especiales.”

La entrega se realizó en el umbral de la iglesia de María Auxiliadora, justo después del abrazo paterno. Un gesto que, según Don Bonetti, Don Bosco repetiría cada vez que despedía a un grupo de operarios sacros que, tras años de formación bajo su mirada, eran considerados por él como sus propios hijos. Se detenía con cada uno, brindándoles oportunos consejos, tanto en general como de manera personalizada, según sus necesidades.

 

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