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vayansinmiedo

Jesús no nos trata como a esclavos, sino como a personas libres, amigos, hermanos; y no sólo nos envía, sino que nos acompaña, está siempre a nuestro lado en esta misión de amor.

Compartir la experiencia de la fe, dar testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el Señor confía a toda la Iglesia, también a ti; es un mandato que no nace de la voluntad de dominio, de la voluntad de poder, sino de la fuerza del amor, del hecho que Jesús ha venido antes a nosotros y nos ha dado, no nos dio algo de sí, sino se nos dio todo él, él ha dado su vida para salvarnos y mostrarnos el amor y la misericordia de Dios. 

 

El evangelio no es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor.

 

Puede que alguno piense: No tengo ninguna preparación especial, ¿cómo puedo ir y anunciar el evangelio?

 

No tengan miedo. Cuando vamos a anunciar a Cristo, es él mismo el que va por delante y nos guía. Al enviar a sus discípulos en misión, ha prometido: «Yo estoy con ustedes todos los días». Y esto es verdad también para nosotros. Jesús no nos deja solos, nunca deja solo a nadie. Nos acompaña siempre.

 

Evangelizar es dar testimonio en primera persona del amor de Dios, es superar nuestros egoísmos, es servir inclinándose a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús.

 

Quien evangeliza es evangelizado, quien transmite la alegría de la fe, recibe más alegría. Llevar el evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo. 

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