Reconocer interpretar y elegir Reconocer,
a la luz de lo que inspira el Espíritu:

Para tener más claridad en los momentos de altibajos, en los momentos de verdadera lucha interior.
Para hacer emerger toda la riqueza emotiva que hay en la persona, y poner nombre a lo que se siente o encuentra en uno mismo.
Para descubrir lo que se experimenta al sentirse en consonancia o disonancia entre lo que se siente y vive y lo que de más profundo hay en uno mismo.

Interpretar

Comprender a qué está llamando el Espíritu de Dios a través de lo que suscita en cada uno.
Se requiere paciencia, vigilancia y cierto conocimiento. Existen condicionantes sociales y psicológicos.
Confrontarse con la realidad y la propia vida, y al mismo tiempo no contentarse con lo mínimo, no tender solamente a lo fácil. Se deberá valorar los propios dones y las propias posibilidades.
Esta tarea de interpretación no podrá desarrollarse en un creyente, un cristiano, sin que se den las condiciones siguientes:
Cultivar un verdadero diálogo con el Señor.
Activar todas las capacidades de la persona, para no ser indiferente ante lo que acontece, lo que se vive.
Dejarse ayudar por una persona experta en la escucha del Espíritu.

Elegir

Cuando se llega al momento en el que la persona, el joven, los esposos, la familia tienen que enfrentarse a la toma de decisiones haciendo un ejercicio de auténtica libertad y responsabilidad personal o comunitaria.

La elección que se hace en el discernimiento, a la luz del Espíritu, muchísimas veces produce en la persona una gran libertad, al mismo tiempo que le exige coherencia de vida.

Ayudar a cada persona, muy particularmente a los jóvenes, a que puedan tomar decisiones en su vida que sean realmente libres y responsables, es el punto de llegada de todo proceso correcto de discernimiento en el camino de la fe y del crecimiento personal.

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