Akash Bashir  Exalumno de Don Bosco, es el primer pakistaní cuyo proceso de beatificación y canonización está en marcha. Exalumno de Don Bosco, es el primer pakistaní cuyo proceso de beatificación y canonización está en marcha. El 15 de marzo de 2015 se sacrificó para evitar que un terrorista suicida causara una masacre en la iglesia de San Juan en Youhannabad, un barrio cristiano de Lahore, Pakistán.

 

Akash Bashir tenía 20 años, había estudiado en el Instituto Técnico Don Bosco en Lahore y se había convertido en voluntario de la seguridad.

Lo que más llama la atención es lo fuerte que era este joven sencillo para enfrentar el mal y luchar contra la violencia homicida. La frase pronunciada al agresor antes de morir ― «Moriré, pero no te dejaré entrar en la iglesia» ― expresa una fe fuerte y un coraje heroico al dar testimonio de un amor sin medida.

El Evangelio de ese cuarto domingo de Cuaresma (15 de marzo de 2015) proclamaba las palabras de Jesús a Nicodemo: «Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz para que se vea que sus obras están hechas según Dios« (Jn 3, 20-21).

Akash selló estas palabras con su sangre de joven cristiano. Luchó mano a mano con el poder de la muerte, el odio y la violencia e hizo triunfar la luz y la verdad. Lavó el vestido blanco con la sangre del Cordero haciéndolo resplandecer (cf. Ap 7,14).

El contacto con el mundo y el carisma salesiano fortalecieron en Akash aquellas disposiciones de bondad y generosidad que había aprendido en su familia y en la comunidad cristiana.

Akash Bashir es un ejemplo de santidad para todo cristiano, un ejemplo para todos los jóvenes cristianos del mundo. Y es sin duda un signo carismático evidente del sistema educativo salesiano.

Akash es la voz de tantos jóvenes valientes que logran dar la vida por la fe a pesar de las dificultades, la pobreza, el extremismo religioso, la indiferencia, la desigualdad social, la discriminación. La vida y el martirio de este joven pakistaní nos hace reconocer el poder del Espíritu Santo de Dios, vivo, presente en los lugares menos esperados, en los humildes, en los perseguidos, en los jóvenes, en los pequeños de Dios.

 

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