Conocemos el trillado refrán: Mente sana en cuerpo sano. Al parecer, en la última década nos hemos enfocado en trabajar por tener un cuerpo sano, comer sano, ejercitarse para vernos y sentirnos bien y olvidamos el otro lado de la ecuación.
Estamos acostumbrados a cuidar nuestro cuerpo y, ante cualquier indicio de resfriado u otra dolencia, acudimos al médico respectivo, seguimos el tratamiento indicado y nos mantenemos alerta frente a cualquier otro síntoma.
Pero ¿qué pasa con la mente? ¿Sabemos cuidarla? ¿Conocemos los indicadores que nos advierten que algo anda mal? ¿Debo cuidarla solo en un momento determinado de la vida?
La salud mental se refiere al estado de bienestar emocional, psicológico y social de una persona. Se trata de un estado en el que una persona puede enfrentar y manejar las tensiones y desafíos de la vida diaria, trabajar de manera productiva y contribuir a su comunidad.
La salud mental puede afectar cómo una persona piensa, siente y actúa en diferentes situaciones. Al igual que la salud física, la salud mental es importante para el bienestar general de una persona. Cuando una persona tiene buena salud mental, puede disfrutar de la vida y enfrentar los desafíos que se presentan con más frecuencia.
La relevancia de la salud mental para una persona es que se siente en paz consigo misma. Una paz que se nota y se transmite y así la convivencia con los otros se siente agradable y pacífica.
Podemos comparar la salud mental con el cuidado de un jardín. Al igual que éste necesita ser regado, podado y cuidado para mantenerlo saludable y floreciente, también nuestra mente necesita atención y cuidado para mantenerla sana y fuerte.
Si no cuidamos un jardín, las plantas pueden enfermarse o marchitarse. De la misma manera, si no cuidamos nuestra salud mental, podemos sentirnos tristes, ansiosos o estresados.
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