Aveces no nos comunicarmos para escucharnos y entendernos Hablar desde el corazón no es un gesto espontáneo. A menudo, nuestras mentes y corazones están llenos de prejuicios, miedos, ansiedades e inseguridades, y nuestra comunicación se vuelve muy cautelosa. Por un lado, los sentimientos de orgullo, envidia y egoísmo nos impiden abrir el corazón. Por otro lado, incluso las emociones amargas de ira, culpa y sentimientos de venganza no nos ayudan a reconocer los corazones de los demás. Queremos comunicar más de nosotros mismos, y muchas veces la verdad y la caridad escasean o se encuentran en menor medida. No nos comunicamos para escucharnos y entendernos.

Nuestra comunicación no pasa por sintonizarnos, escuchar con paciencia y comprender al otro con una actitud imparcial. También somos tan tercos con nuestras ideas y pensamientos que seguimos filtrando o sesgando lo que dice el otro. A veces, en nuestra comunicación, nuestras intenciones y propósitos no son benévolos, sino vengativos, argumentativos y mezquinos. Como resultado, no reconocemos al otro como nuestro hermano o hermana y, a menudo, la raza, el color, el idioma y el estatus social se convierten en bloques vitales para nuestra comunicación.

Comunicación de corazón a corazón de Jesús

Jesús fue un comunicador sobresaliente que habló desde el corazón. Tenía una personalidad magnética y era capaz de penetrar en el corazón de cada persona, tocarla, sanarla y transformarla hablando desde su corazón al corazón del otro. El ejemplo por excelencia es el episodio de los dos discípulos en el camino de Emaús (Lc 24,13-35), que también el Papa Francisco nos propone reflexionar a la luz de este tema.

Jesús resucitado acompaña a los dos discípulos de Emaús, sin ninguna invitación de parte de ellos. Es paciente y los escucha sin interrupción. Entonces les habla desde el corazón, acompañando con respeto el camino de su sufrimiento, ofreciéndose y no imponiéndose. Su escucha atenta y su hablar desde el corazón hacen que los dos discípulos se sientan verdaderamente escuchados y realizados, y su "corazón se encienda", y vuelven con alegría donde sus hermanos y hermanas a anunciarles a Cristo resucitado.

Este artículo está en:

Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Tema del mes

Suscríbete a nuestro boletín electrónico y mantente informado de nuestras publicaciones

Suscribirse

Compartir