¿Decidir por otro su muerte? La historia nos advierte del peligro. Literalmente esa palabra significa ‘Muerte dulce’. Indica, en realidad, a quitar la vida, en forma indolora, a personas enfermas, dizque por motivos de compasión. Nótese la ironía.

Algunos médicos, durante el nazismo, fueron obligados por el régimen a colaborar con la política del Tercer Reich practicando eutanasias. Aunque a algunos partidarios actuales de la eutanasia no les gusta recordar estos orígenes cuando legislan al respecto, es un hecho rigurosamente cierto que la primera legislación civil de la historia que validó la eutanasia fue la del régimen nazi que entró en vigor el mismo día que comenzó la Segunda Guerra mundial, el primero de septiembre de 1939 día en que el Ejército del Reich inició la invasión de Polonia. La ley obligaba al sistema sanitario del Reich a exterminar enfermos mentales.

Eso al principio, pero luego también a otros ‘pacientes terminales’ o con enfermedades incurables. Y finalmente, se aplicó a todo tipo de ‘indeseables’ así considerados por los nazis por razones raciales o ideológicas. Médicos que habían jurado no hacerlo y personal de enfermería, sin embargo, colaboraron en estas prácticas depravadas. En algunas instituciones sanitarias que el régimen político seleccionó para llevar a cabo la que en el lenguaje de la burocracia nazi se denominó ‘T-cuatro action’. Muchos miles de enfermos murieron de inanición. A otros se les administraron tóxicos letales, o dosis letales de fármacos baratos. Se terminó instalando cámaras de gas que, a los pocos meses y tras detenerse esta política ante el escándalo y protestas que suscitó por parte de familiares y representantes eclesiásticos, se desmontaron, pero para reinstalarlas en zonas ocupadas, al este fuera de Alemania. Unos campos de concentración qué pasaron a ser, abiertamente, campos de exterminio.

Todo comenzó con los enfermos mentales, personas que supuestamente llevaban una vida inhumana, según los nazis o la vida ‘indigna de ser vivida’. El caso es que algunos de estos médicos y personal de enfermería que participaron en la política eugenésica o eutanásica fueron juzgados y condenados en el Tribunal de Nüremberg, donde fueron condenados a varios años de cárcel.

Es sorprendente el afán que tienen los promotores actuales de la eutanasia para que no se hable de estos antecedentes. Porque impacta lo mucho que se parecen estos argumentos a los que emplearon los nazis. La única diferencia entre unos y otros es que los actuales pretenden facilitar la muerte tan solo de quien la pide. Pero no es del todo así. En todos los países que disponen de leyes de eutanasia crecen exponencialmente los casos de las llamadas ‘muertes a petición’ pero sin ninguna petición expresa del paciente, en los que el verdugo interpreta la presunta voluntad cuando el enfermo no puede expresarla. En fin, puede que las formas sean ahora más aseadas que las de los nazis, pero en todo lo demás la similitud es evidente. Desde luego, en ambos casos funciona esa curiosa denominación de ‘el ser humano que lleva una vida no humana indigna de ser vivida’ así era el criterio que acuñó Joseph Geobbels ministro nazi de propaganda famoso por su crueldad.

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