En el sueño de los 9 años, apare ce un personaje esencial, insustituible, y quizá el principal protagonista de la historia: los jovencitos. Todos los demás—el hombre luminoso, la mujer del manto tachonado de estrellas y el mismo Juanito—actúan en función de ellos.
En el sueño, los jóvenes forman una multitud. Para Don Bosco, esta palabra está cargada de significado, ya que sus jóvenes nunca son pocos, y mucho menos una élite.
El patio, lugar esencial
Estos niños, de los cuales "algunos reían, otros jugaban, y no pocos blasfemaban", se encuentran en un "patio muy espacioso". Don Bosco afirma que ninguno sale de ese lugar. En el patio sucede todo: allí aparece y permanece el hombre venerable, y se le confía la misión y el método para trabajar con esos niños.
El carisma salesiano se concentra en un espacio que Don Bosco llama "el patio". En realidad, no es solo un lugar físico, sino una metáfora de algo mucho más trascendente: la misma vida de los jóvenes en su búsqueda de plenitud.
Durante el sueño, los niños están en continuo desplazamiento, en un proceso de transformación constante. Los jóvenes del sueño no están estáticos; por el contrario, están en movimiento, en un proceso de cambio permanente. Este es el fenómeno que Juanito observa, pero cuyo significado no comprende. ¿Qué representa este proceso de cambio y transformación? Sin embargo, es esto lo que la Virgen le está enseñando. No se trata de encontrar a los jóvenes, incluso a los más pobres, en situaciones estáticas, fijas o limitadas por definiciones psicológicas o sociológicas que los encasillan. Los jóvenes del sueño están en constante movimiento, y este es uno de los elementos más característicos y fundamentales de la perspectiva educativa carismática salesiana.
Un final de ensueño
Al inicio, los niños reían, jugaban y muchos blasfemaban, pero al final, tras un proceso de transformación acompañado por un estilo particular de misión que recibe Juanito, los niños "transformados en mansos corderos, todos saltando corrían alrededor balando como en una fiesta para aquel hombre y aquella Señora".
Para Don Bosco, ningún niño es dejado de lado, ninguno se pierde en el camino. Esto indica que el proceso es grupal, comunitario: el "cada uno" está inmerso en un itinerario común.
Este proceso de realización y plenitud alcanza su máxima expresión en una fiesta. ¡El patio se transforma en una celebración festiva, en una liturgia juvenil alrededor de Jesús y María! Nada más hermoso para quien de verdad ama a los jóvenes y desea lo mejor para ellos.
En la descripción de este proceso de transformación que atraviesan los niños, como personaje colectivo del sueño, está concentrado todo el carisma salesiano. ¿Cómo este sueño, ocurrido hace 200 años, sigue desafiando y haciendo vibrar hoy los corazones de la Familia Salesiana educadora?
“El patio se transforma en una celebración festiva, una liturgia juvenil alrededor de Jesús y María!”