- Por P. Heriberto Herrera, SDB /
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Sería lamentable que desperdiciáramos nuestros preciosos días enredados en estrechos y miopes horizontes que nos impidan enriquecernos con las inconmensurables riquezas de vida que nos ofrece Jesús. Si nos concentramos en intentar evitar el mal lamentando perder la oportunidad de saborear la fruta prohibida, nuestra experiencia vital será mezquina. Consecuencia: una bondad raquítica, lastimera, resignada, envidiando a los malos, que se lo pasan a lo grande disfrutando a sus anchas de cuanto la vida fácil ofrece.
- Por Padre Luis Corral, sdb /
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Una de las consultas más frecuentes por parte de los fieles, tanto en las confesiones como en la dirección espiritual viene expresada en forma de queja a Dios. Es frecuente escuchar: “Dios no me oye”. “Dios se ha olvidado de mí”. “Dios no me concede lo que le pido”.
- Por Heriberto Herrera /
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Con el perdón de Jesús, ese sembrador que él presenta en la parábola no deja la impresión de ser inteligente. ¿A quién se le ocurre sembrar al borde del camino o en terreno pedregoso o lleno de abrojos? Podría haberse ahorrado desilusiones si hubiera escogido solo tierra buena. Sus vecinos no habrán tenido muy buena opinión de él.
- Por Heriberto Herrera /
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Jesús nos ha dejado unas líneas de comportamiento que rebasan la cordura humana. Queda la impresión de que se le fue la mano con su mandamiento central: “Amen a sus enemigos”. Tal vez hubiera sido suficiente con disculpar al enemigo, no devolver mal por mal. Y que no cobrarse la venganza ya hubiera sido un gran paso. Pero, ¿perdonar al enemigo?, ¿amar al que nos hizo daño? ¿Es eso posible?
- Por Heriberto Herrera /
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Un experto en la ley de Moisés confronta a Jesús. Quiere comprobar si en realidad Jesús tiene la capacidad de explicar y aplicar los preceptos judíos con la autoridad con que lo hace. Pareciera, más bien, que lo quiere desprestigiar.
- Por Hugo Estrada sdb /
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Nuestros indígenas mayas acostumbraban ofrecer incienso a los espíritus buenos para que les concedieran abundante cosecha. También ofrecían incienso a los espíritus malos para no tenerlos como enemigos.
- Por Hugo Estrada sdb /
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Muchas veces nos hemos preguntado: “¿Cómo hizo san Pablo para fundar tantas comunidades cristianas en lugares tan distintos y en circunstancias tan precarias como las que le tocó vivir?