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2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas.

Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8).

Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.

2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza.

Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.

Jueves, 08 de Septiembre de 2011 18:31
foto-ansRMG_006012011ANS–Roma.– Concluida la XXVI Jornada Mundial de la Juventud ha llegado el tiempo de madurar algunas reflexiones sobre el significado y los frutos que esta debe producir. Publicamos la aportación del padre Fabio Attard, Consejero general de la Pastoral Juvenil salesiana.

“La JMJ de Madrid como evento ha pasado. De ahora en adelante lo que no pasa es el efecto que esta experiencia ha suscitado en el corazón de tantos jóvenes. Escuchando y releyendo los discursos de Benedetto XVI, creo que son cuatro las expresiones claves de esta fiesta de fe.

1. El tema

"La Iglesia no debe meterse en política", dicen unos. "La política para el que viva de ella", dicen otros. Pero, ¿la Iglesia debe estar totalmente al margen de la política? ¿Debe el cristiano pasar de política?

En primer lugar hay que decir que por mucho que critiquemos a los políticos, si no queremos que el mundo sea un caos, debemos reconocer que alguien tiene que gobernar. Es muy cierto aquello de que "donde todos mandan nadie manda y donde nadie manda todos mandan". Por eso es necesario que haya quien haga las leyes y exija que se cumplan. Como dice el Concilio, "la comunidad política nace para buscar el bien común, que abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección" (G.S.74). Y como en esta comunidad es normal que hay variedad de opiniones e intereses tiene que haber una autoridad. Ahora bien, esta autoridad debe ser elegida libremente por los ciudadanos. Lo que no quiere decir que los gobernantes elegidos puedan luego hacer lo que les dé la gana, pues ha de haber siempre unos límites, como es el bien común, el orden moral. el orden jurídico legítimamente establecido... Supongamos que democráticamente se decide que es buena la tortura o el terrorismo o la droga... Ninguna autoridad ni ninguna decisión democrática puede legitimar semejantes acciones, que van en contra del orden previsto por Dios.

Tampoco puede ninguna autoridad atentar contra los derechos de la persona (derecho a la vida, a reunirse, asociarse, profesar públicamente y privadamente la religión, etc).

"Es inhumano que la autoridad política caiga en formas totalitarias o en formas dictatoriales que lesionen los derechos de la persona o de los grupos sociales" (G.S.75). No se puede, pues, decir que la Iglesia se mete donde no debe cuando defiende estos derechos. Por eso el Papa no se sale de su competencia cuando recuerda a los dictadores que dejen de violar los derechos humanos, sino que está cumpliendo con su deber.

La Iglesia está inequívocamente a favor de la democracia y recuerda a todos los ciudadanos el derecho y el deber de votar con libertad. Pero el papel de los ciudadanos no se reduce a emitir un voto y luego dejar que los políticos lo hagan todo ellos solos, sino que han de seguir cooperando. En este sentido es muy importante la acción de las llamadas instituciones intermedias, de las asociaciones familiares, culturales, sociales... El Estado no ha de hacerlo todo, sino que las personas, las familias y agrupaciones tienen también mucha responsabilidad. Todos conocemos casos en los que el pueblo ha influido para que el Estado haya hecho cosas que no tenían pensado hacer o hay dejado de hacer otras.

Nadie ignora, por otra parte, que uno de los peligros que tiene el ejercer el poder es el de pensar más en los propios intereses que en el bien de los demás, y precisamente por ello, han de estar atentos a no caer en la tentación. Tentación de la que no se ven libres los partidos políticos, que han de mirar más el bien común que el bien del partido.

Finalmente podemos preguntarnos: ¿qué tiene que ver la Iglesia con la comunidad política? ¿cómo deben ser las relaciones Iglesia-Estado? ¿La Iglesia debe tener su propio partido?

La historia nos puede ayudar a encontrar la respuesta. Ha habido épocas en las que la relación Iglesia-Estado ha sido de hostilidad. Recordemos las persecuciones de los emperadores romanos a los cristianos u otras persecuciones más recientes. De ninguna manera puede ser éste el ideal. Otras veces la Iglesia ha vivido tan unida al Estado que casi se ha confundido con él. Este maridaje, en apariencia ventajoso, ha sido pagado a un caro precio como es la pérdida de la libertad para predicar el Evangelio y denunciar atropellos e injusticias.

Tanto un extremo como otro son negativos. Pero no menos negativa sería la mutua indiferencia, porque si bien "la comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno, ambas, sin embargo, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Este servicio lo realizarán con tanta mayor eficacia, para bien de todos, cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas" (G.S.76) El miembro de la Iglesia es al mismo tiempo miembro de la comunidad civil y en el afán de ayudarle ambas instituciones puede y debe haber puntos de coincidencia. Lo que no significa que la Iglesia se confunda con el Estado ni esté ligada a ningún sistema político concreto, como tampoco existe ningún partido de la Iglesia. El cristiano, a título personal, podrá adherirse al partido que en conciencia crea mejor. Pero la Iglesia, como tal, no puede identificarse con ningún partido. Lo que no quiere decir que el cristiano deba proceder a la ligera, como si fuera indiferente apoyar a uno o a otro.

En todo caso los cristianos, reconociendo la legítima pluralidad de opiniones y respetando a los que piensen de otra manera, deben participar con responsabilidad y espíritu de servicio al buen funcionamiento de la comunidad política.


2. La voz del Concilio

“Es de suma importancia sobre todo allí donde existe una sociedad pluralista, tener un recto concepto de las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia y distinguir netamente entre la acción que los cristianos, aislada o asociadamente, llevan a cabo a título personal, como ciudadanos de acuerdo con su conciencia cristiana, y la acción que realizan, en nombre de la Iglesia, en comunión con sus pastores.

La Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno, es a la vez signo y salvaguardia del carácter transcendente de la persona humana.

La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Este servicio lo realizarán con tanta o mayor eficacia, para bien de todos, cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas, habida cuenta de las circunstancias de lugar y tiempo. El hombre, en efecto, no se limita al solo horizonte temporal, sino que, sujeto de la historia humana, mantiene íntegramente su vocación eterna. La Iglesia, por su parte, fundada en el amor del Redentor, contribuye a difundir cada vez más el reino de la justicia y de la caridad en el seno de cada nación y entre las naciones. Predicando la verdad evangélica e iluminando todos los sectores de la acción humana con su doctrina y con el testimonio de los cristianos, respeta y promueve también la libertad y la responsabilidad políticas del ciudadano.” (G.S. 76)


3. Preguntas para el diálogo

1. La Iglesia, ¿debe estar totalmente al margen de la política? ¿Por qué?
2. ¿Puede un cristiano pasar de política? ¿Por qué?
3. ¿Por qué es importante la política?
4. ¿Cuál es la actitud de la Iglesia respecto de la democracia?
5. ¿Cómo deben ser las relaciones Iglesia-Estado?
6. La Iglesia, ¿debe tener su propio partido?


4. La Plegaria

Señor, un día nos dijiste:
"los jefes de las naciones las tiranizan
y los grandes las oprimen;
el que quiera ser grande entre vosotros
que sea vuestro servidor".
Tú eres el más grande
y te has hecho el más pequeño.
Tú eres el Gran Jefe, Señor de cielo y tierra
y te has hecho esclavo.
Nos has demostrado con tu ejemplo
lo que es servir desinteresadamente.
Tú, que siendo rico te hiciste pobre.
tú, que lavaste los pies a los discípulos,
tú, que diste la vida por el pueblo,
manifiéstate a los que nos gobiernan,
que se contagien de tu gran ejemplo.

redesHablando de ciencias sociales, una red social es una estructura social, un grupo de personas relacionadas entre sí, y puede representarse analíticamente en forma de uno o varios grafos, en los cuales los nodos representan individuos (a veces denominados actores) y las aristas representan las relaciones entre ellos.

Pero si hablamos de Internet, como es nuestro caso, las redes sociales son páginas que permiten a las personas conectarse con sus amigos e incluso realizar nuevas amistades, a fin de compartir contenidos, interactuar y crear comunidades sobre intereses similares: trabajo, lecturas, juegos, amistad, relaciones amorosas, etc.

Los ángeles existen. No los vemos con los ojos del cuerpo pero sí con los de la fe.

Los ángeles existen. No los vemos con los ojos del cuerpo pero sí con los de la fe. Las páginas de la Sagrada Escritura están llenas de referencias a estos seres espirituales que a menudo, sin tener cuerpo, se manifiestan de forma corpórea y especialmente humana. Sobre este aspecto Santo Tomás afirma que, según el testimonio de las Escrituras, los ángeles pueden tomar un cuerpo para manifestarse a los hombres. En este caso, no están unidos a este cuerpo como formas, sino como motores.

La relación de los ángeles respecto a los cuerpos está regulada por la intención pedagógica de Dios para con los hombres. Así lo explica el Angélico Doctor: "... en las Escrituras, los seres inteligibles son descritos con figuras sensibles, ... tal presentación no tiene por fin probar que los seres inteligibles son sensibles; pero por medio de las figuras de los seres sensibles, las propiedades de los seres inteligibles pueden ser comprendidas por una cierta semejanza...".

El obispo argentino de San Luis, monseñor Jorge Luis Lona, ha intervenido públicamente para explicar qué es un milagro y las condiciones necesarias para que sea reconocido como tal.

Según explica el prelado, la Iglesia católica «cree que existen milagros de sanación», que son «signos del amor y del poder de Dios sobre nuestras vidas» y cuya autenticidad «sólo puede ser juzgada por la autoridad jerárquica de la Iglesia». 

No pueden «ser proclamados por cualquier miembro de la Iglesia ni de cualquier manera». También afirma que «hay que estar prevenido para no caer en la tentación de publicitar la propia fe "sanadora", a través de la exhibición de posibles "milagros".

Los Mandamientos, el camino que Dios nos muestraPequeño resumen que ayuda a saber si vamos por el camino correcto

Hoy en día, muchas personas han eliminado a Dios de su vida. Como que en ocasiones nos estorba y preferimos borrarlo, en vez de sentarnos a reflexionar por qué nos pide ciertas cosas. Unas de las cosas que Dios nos pide es cumplir con los mandamientos que Él nos entregó. Los Mandamientos son un camino para llegar al Cielo y ser felices. Cuando los cumplimos, vivimos en paz.

Los tres primeros mandamientos de la ley de Dios nos enseñan cómo debe de ser nuestra actitud para con Dios y los siete siguientes nos enseñan nuestra actitud hacia el prójimo, con los que nos rodean.

Los mandamientos de la ley de Dios son los siguientes:

1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.

Este mandamiento nos dice que Dios debe ser lo más importante en nuestras vidas, debemos amarlo, respetarlo y vivir cerca de Él. Esto lo podemos hacer a través de la oración y los sacramentos.

Debemos creer, confiar y amar a Dios sobre todas las cosas:

1. Creer en Dios que es mi Padre, me ha dado la vida y me ama.
2. Confiar en Dios porque es mi Padre y me ama infinitamente
3. Amar a Dios más que a nada y a nadie en el mundo.

Para saber si cumplimos con este mandamiento, nos podemos preguntar:
• ¿Estoy amando a Dios como un hijo ama a un padre?
• ¿Vivo sólo para las cosas temporales, de la tierra?

2. No tomarás el nombre de Dios en vano.

Este mandamiento nos manda respetar el nombre de Dios y todas las cosas sagradas.
Para cumplir este mandamiento, debemos usar el nombre de Dios con mucho amor y respeto. Debemos de cuidar y respetar todas las cosas que tienen que ver con Dios, así como respetar al sacerdote y a las personas consagradas a su servicio.

Para saber si cumplimos con este mandamiento nos podemos preguntar:

• ¿Uso el nombre de Dios de una manera cariñosa y con respeto, sin jurar en vano el nombre de Dios?
• ¿Respeto las cosas de Dios (capilla, Biblia, rosario, etc.)?
• ¿Trato de manera respetuosa a los sacerdotes y personas consagradas al servicio de Dios?
• ¿He cumplido con las promesas que he hecho?
• ¿He jurado en falso?
• ¿He cumplido las promesas que he hecho a Dios?

3. Santificarás las fiestas.

Este mandamiento nos manda dedicar los domingos y los días de fiesta a alabar a Dios y a descansar sanamente.

Para cumplir con este mandamiento, debemos ir a Misa todos los domingos y fiestas que la Iglesia e indique y celebrar el amor de Dios y todo lo que ha hecho por nosotros. Debemos aprovechar los domingos para rezar más y estar cerca de Dios, así como para descansar sanamente y ayudar a que otros descansen. También, debemos dedicar este día a las cosas de Dios y a la familia.

Para saber si cumplimos bien con este mandamiento, podemos preguntarnos:
• ¿Voy a Misa los domingos y fiestas que manda la Iglesia?
• ¿Hago un esfuerzo por estar muy cerca de Dios durante la Misa y escuchar lo que me quiere decir?
• ¿Pienso en Dios los domingos?
• ¿Ayudo a los demás para que puedan descansar?

Los días en que se debe de asisitr a Misa, además de los domingos, son marcados por la Conferencia Episcopal de cada país.

4. Honrarás a tu padre y a tu madre

Este mandamiento nos manda honrar y respetar a nuestros padres y a quienes Dios le da autoridad para guiarnos y ciudarnos en nuestras vidas.

Para cumplir este mandamiento, debemos escuchar, respetar y amar a los padres y a aquellas personas que tengan autoridad sobre nosotros (abuelos, tíos, sacerdotes, maestros, autoridad civil).

Esto no quiere decir que los padres deben de olvidarse de sus deberes y obligaciones para con los hijos.

Para saber si cumplimos con este mandamiento podemos preguntarnos:
• ¿Ayudo material o espiritualmente a mis padres?
• ¿Soy agradecido con mis padres?
• ¿Los acompaño en su vejez?
• ¿Les demuestro amor?
• ¿Soy agradecido con ellos?
• ¿Los acompaño en sus enfermedades?

5. No matarás

Este mandamiento nos manda respetar nuestra propia vida y la del prójimo, cuidando de la propia salud, porque la vida humana es sagrada. Se trata de no lastimar ni atentar contra la vida propia o ajena, física o moral.

Para cumplir este mandamiento, debemos servir a la vida cuidando nuestra salud, para no caer en vicios como el alcoholismo o la drogadicción. El suicidio es un atentado contra la propia vida.

Con respecto a la vida de otros, debo evitar las críticas y el dar a conocer a todos los defectos ajenos, es decir, las calumnias. El maltratar físicamente a las personas, atenta contra la vida ajena. El aborto es dar muerte a una vida en el vientre de la madre.

Para saber si estoy cumpliendo con este mandamiento me puedo preguntar:
• ¿He hablado mal de los demás?
• ¿He maltratado a alguien físicamente?
• ¿He caído en algún vicio?
• ¿He atentado contra mi salud?

6. No cometerás actos impuros

Este mandamiento nos manda conservar la pureza del cuerpo y del alma.

Para cumplir con este mandamiento, debemos procurar la limpieza interior de nuestro cuerpo y de nuestra alma ya que es un tesoro muy grande que debemos conservar. Nuestro cuerpo es un templo del Espíritu Santo.

Para saber si cumplimos con este mandamiento, nos podemos preguntar:
• ¿He cometido adulterio o fornicado?
• ¿He visto algún tipo de pornografía?
• ¿Me he permitido tener pensamientos y deseos morbosos? ¿He dominado mis pasiones?
• ¿He practicado la homosexualidad?
• ¿He practicado la masturbación?

7. No robarás

Este mandamiento nos manda respetar las cosas de los demás y utilizar las nuestras para hacer el bien. También, nos manda respetar y cuidar la Creación.

Para cumplir este mandamiento, no debemos apropiarnos de lo que no sea nuestro y debemos evitar causar daño a lo que tienen los demás. Respetar la Creación y usar las cosas para hacer el bien. Pagar lo justo a las personas que empleo y cuando soy empleado cumplir con el trabajo para el que fui contratado.

Para saber si cumplimos con este mandamiento, nos preguntamos:
• ¿Devuelvo las cosas que encuentro y no son mías?
• ¿Cuido las cosas que me prestan?
• ¿Cuido las cosas que tengo?
• ¿Cuido y respeto la creación?
• ¿Comparto mis cosas con la gente necesitada?

8. No mentirás

Este mandamiento nos manda ser sinceros y no mentir. Nos pide decir siempre la verdad. Mentir es decir algo falso, es engañar.
Para cumplir este mandamiento, debemos decir la verdad y no engañar a los demás ni hablar mal de ellos.

Para saber si cumplimos con este mandamiento, me puedo preguntar:

• ¿Estoy acostumbrado a ser sincero?
• ¿Acostumbro resolver mis problemas sin mentir?
• ¿Hablo bien de las demás personas?

9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

Este mandamiento nos dice que no debemos pensar ni desear cosas inmorales. Nos pide pureza de corazón para ver todas las cosas con los ojos de Dios. Pureza de corazón, sea yo soltero(a) o casado(a).

Para poder vivir este mandamiento, necesitamos vivir la virtud de la pureza. Esta virtud nos lleva a respetar el orden establecido por Dios en el uso de la capacidad sexual a fin de vivir un amor humano más perfecto. Practicar la castidad, cuidando lo que vemos, lo que oímos, lo que decimos, etc. Cuidar el corazón de todo aquello que lo pueda manchar.

Para saber si cumplimos con este mandamiento, nos podemos preguntar:
• ¿He tenido pensamientos inmorales?
• ¿He vivido la virtud de la castidad en mi vida?
• ¿He cuidado la pureza de mi corazón?
• ¿He propiciado situaciones que me pongan en peligro para tener pensamientos y deseos impuros?

10. No desearás los bienes ajenos

Este mandamiento nos manda ser generosos y no dejar lugar a la envidia en nuestros corazones.

Para poder cumplir este mandamiento debemos ser felices con las cosas que tenemos y no tener envidia si alguien tiene más que nosotros. Disfrutar y agradecer lo que tenemos.

Para saber si estamos cumpliendo con este mandamiento, nos podemos preguntar:
• ¿Soy feliz con las cosas que tengo?
• ¿Agradezco y cuido las cosas que tengo como un regalo de Dios?
• ¿Me pongo feliz por mis amigos cuando consiguen algo que yo no tengo?
• ¿Me pongo feliz cuando a los demás les pasan cosas buenas?

¡Al cumplir los mandamientos vamos a estar cerca de Dios y vamos a vivir más felices! Los Diez mandamientos son el mejor camino para llegar al Cielo.

Recuerda que para ser feliz nos conviene cumplir con los Diez Mandamientos que Dios le entregó a Moisés. No olvides que seguir las huellas de Cristo es imitarlo en su perfecto cumplimiento de las leyes de su Padre. Los católicos, además, seguimos el mandato de Cristo: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo y, predicar el Evangelio a todas las personas.