Acerquémonos a Don Bosco, escuchémoslo, conozcámoslo, hagámoslo nuestro Enero, el mes de Don Bosco es una estupenda oportunidad para acercarnos más a él y seguir descubriendo los tesoros de su persona, de su experiencia de Dios, de su proyecto liberador para los jóvenes, de su propuesta pedagógica siempre actual.

Ante el inicio de un año nuevo, Don Bosco solía aprovechar las ¨buenas noches¨ del 31 de diciembre para dar a sus chicos el “aguinaldo”, esto es, un recuerdo espiritual para el nuevo año. En 1859, comenzó de esta manera:

“Mis queridos hijos, ustedes saben cuánto los quiero y cómo me he consagrado por entero a hacerles el mayor bien que me sea dado. Ese poquito de ciencia, ese poquito de experiencia que he adquirido, cuanto soy y cuanto poseo, oraciones, fatigas, salud, mi vida misma, todo deseo emplearlo a su servicio. Todos los días y para cualquier cosa pueden contar conmigo. Por mi parte, y como aguinaldo, me doy a ustedes por entero: será cosa pequeña, pero cuando se los doy, quiero decir que nada me reservo para mí”.

Todos sabían que Don Bosco no decía aquellas palabras para la ocasión. ¡Habían vivido tantas veces este “darse por entero” de aquel pequeño sacerdote de corazón grande!

Por eso aquellas “buenas noches” debieron abrigar el alma, tan al aire, de muchos de aquellos jóvenes desarrapados, desconcertados y sin demasiadas perspectivas. Había motivos para la confianza. Aquel cura se ocupaba de ellos como un padre bueno lo hace con sus hijos.

Para los jóvenes del Oratorio, estar junto a Don Boso era una alegría. Uno de sus muchachos, de los que oyó tantas veces “buenas noches” cómo estás, escribió:

“Con frecuencia decíamos entre nosotros; ¡Qué gusto da estar cerca de Don Bosco! Quien puede hablarle un instante, enseguida se siente lleno de confianza” (Juan Bautista Francesia)

¿Se dan cuenta? ¡Estar cerca de Don Bosco! De eso se trata también para nosotros. Acercarnos a Don Bosco, escucharlo, conocerlo, hacerlo nuestro. Volvamos a entusiasmarnos, siempre y en toda ocasión, con Don Bosco. Vivámoslo, vibremos con él, démoslo a conocer y entusiasmemos a muchos a que quieran vivir como él.

Estar junto a Don Bosco. Este es el mejor aguinaldo para este año. Nuestro padre nos recuerda, cómo en aquel lejano 1859: “¡Pueden contar conmigo!”. El seguirá, desde el cielo, susurrándonos al oído la buena noticia del amor de Dios que, como pan tierno y blanco, sus hijos seguirán partiendo siempre entre los jóvenes.

 

Leer más:

Compartir