El 10 de junio de 1868, 2º día de la consagración de la iglesia de María Auxiliadora, llegó en un carruaje un hombre de noble aspecto que pidió confesarse; luego todo conmovido y con ejemplar recogimiento se acercó a la Sagrada Comunión. Hecha la oportuna acción de gracias se dirige a la sacristía, hace una ofrenda diciendo: Rueguen por mí, y cuenten a todo el mundo las maravillas del Señor por intercesión de la Santísima Virgen.
La tarde del 23 de diciembre de 1867, Giovanni Bonetti ingresa a la habitación del director con un semblante angustiado y pasos tambaleantes. Su estado de salud se deteriora rápidamente, presentando síntomas como ojos inmóviles, labios pálidos, cuerpo helado, flemas que lo asfixian y respiración entrecortada.
Don Bosco nos narra la historia del pueblo de Mornese, en Italia, y su profunda devoción a María Auxiliadora como Patrona del Campo. A través de una serie de milagros y favores recibidos, los habitantes de Mornese experimentaron el poder intercesor de la Virgen y consolidaron su fe en ella.
Si bien muchos de los que han recibido favores de María Auxiliadora prefieren mantener el anonimato, especialmente cuando se trata de gracias espirituales, es importante recordar el deber de gratitud hacia nuestra Celestial Bienhechora. Este deber puede cumplirse de dos maneras: compartiendo el testimonio de la gracia obtenida o promoviendo la devoción a María por otros medios.
A medida que se acumulaban las pruebas del poder intercesor de María como Auxilio de los Cristianos, crecía en el corazón de los fieles el deseo de honrarla con este glorioso título. Ya se había incluido la invocación "María Auxilium Christianorum, ora pro nobis" en las Letanías de Loreto, y la Iglesia había aprobado y enriquecido con indulgencias la Cofradía de María Auxiliadora de Munich y otras similares. Sin embargo, aún faltaba establecer un día específico para celebrar a la Santísima Virgen bajo este título, con rito, misa y oficio aprobados por la Iglesia.
Para comprender el origen de la devoción a María como Auxilio de los Cristianos, debemos remontarnos al momento en que Dios, tras expulsar a Adán y Eva del Paraíso, les ofrece consuelo con la promesa de una Mujer que daría a luz al Salvador del mundo.