presentacion El pasado mes de noviembre se celebró en Roma la primera fase del sínodo sobre la familia convocado por el papa Francisco. 

Acudieron a esa cita representantes de las conferencias episcopales de todo el mundo, más otros invitados, incluyendo varios matrimonios.

Este fue un sínodo con abundantes sorpresas. Toda la comunidad católica mundial fue invitada a reflexionar sobre el tema en base a un largo cuestionario enviado por el Vaticano. Luego, el papa promovió una discusión abierta y franca entre los miembros del sínodo, y abierta a todo el mundo gracias a una información abundante ofrecida a la prensa.

De este modo se pudo tomar conciencia de la realidad familiar con sus luces y sombras. Eso llevó a un replanteamiento profundo del modo en que la iglesia debe cuidar de las familias.

Fue toda una revolución eclesial muy en línea con el espíritu del Concilio Vaticano II. Es decir, que toda la iglesia, laicos y pastores, se sientan comprometidos en la marcha de la misma. 

En concreto, la proyección de la pastoral familiar que emergió de esta primera fase sinodal revoluciona los esquemas preexistentes en la iglesia.

De un concepto ideal de familia cristiana se bajó a constatar la realidad concreta en que se mueven las familias en el mundo entero. Desde las familias integradas pasando por las familias en crisis o rotas hasta los intentos imperfectos de realización familiar.

 

Los conceptos dominantes en la asamblea sinodal fueron: más evangelio que ley, más misericordia que juicio, más búsqueda que exclusión, mas comprensión que rechazo.

Una iglesia para todos. Una iglesia con corazón de madre, cercana a sus hijos agobiados por multitud de problemas. Una iglesia que no se reduce a cultivar a las familias “buenas”, sino que abre las puertas a todas las familias: las familias cristianas sólidas y las que cojean, las débiles o rotas, las desorientadas.

La congregación salesiana ha estado insistiendo últimamente en la necesidad de repensar nuestra pastoral educativa. Es decir, que educar prescindiendo del contexto familiar es un esfuerzo poco productivo. Por tanto, se vuelve necesario integrar a las familias en nuestros proyectos educativos.

Mientras llega la segunda fase del sínodo sobre la familia, es preciso comenzar a ajustar nuestra sensibilidad pastoral al clima que va emergiendo en la iglesia.

 

Heriberto Herrera

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