Testimonio de José Carlos, Comunicador Salesiano de Capilla María Auxiliadora, Granada, Nicaragua. La experiencia de comunicar en estos tiempos de pandemia ha cambiado radicalmente; implica transformar el mundo que ya conocemos a visualizarlo desde una pantalla y la misma liturgia ha tenido que verse comprometida. Esta situación, ha hecho que la palabra de Dios y su mensaje, vaya por las redes llegando de múltiples maneras, muy creativas de hecho.


Vivir la Eucaristía de forma virtual no es lo más sencillo para muchos, pues sienten que les “han quitado” algo tan preciado, pero es lo más prudente que podemos hacer. Como comunicador Salesiano, ha sido una agotadora pero enriquecedora experiencia, pues el “privilegio” de poder estar en el templo, comulgar y vivir presencialmente la santa Misa es un regalo que antes del COVID no vivía al máximo. ¡Bendito Dios!


Dios pone todos los medios para el servicio, pero, ¿cuán complicado ha sido llevar la buena nueva? Tan solo pensar que el teléfono y el trípode eran suficientes... cada vez, teníamos que mejorar, pues el Señor se merece todo. Y empezaba el primer paso: buscar las mejores herramientas para la transmisión: (Sonido, cámaras, iluminación y una mejor conexión a internet) ¿fácil? Honestamente, no. Pero no estuve solo, la comunidad Salesiana y compañeros de trabajo se unieron a esta gran misión.


Llegó la primera prueba... la Semana Santa. ¡Y qué santa!, poco a poco, probando incluso con gran temor, concluyó pasando del teléfono y el trípode a utilizar un software muy completo con calidad de imagen y audio. Los Salesianos también se capacitaron y con su firme deseo de continuar acompañando a los fieles, se reinventaron con una serie de iniciativas: Buenos días, conversatorios y otros signos propios de la liturgia.


Y llegaba la prueba más difícil: La novena y fiesta de María Auxiliadora, que en la ciudad de Granada es un referente, pues la hermosa capilla que albergaba a cientos de fieles entorno a la Auxiliadora, tenía que cerrar sus puertas por la salud de los devotos que seguramente deseaban agradecer la intercesión de la buena Madre. El público subió considerablemente, que en su mayoría era de diversos países de Latinoamérica y Europa. Eran mañanas y tardes bien “jaladas” (saturadas) , donde tocaba editar, adornar el templo, preparar homilías, grabar mensajes; y aunque el tiempo no era nuestro aliado, todo se realizó con el firme deseo de servir.


Y aunque no sabemos hasta cuándo podremos estar así, no hay duda que la pandemia ha sido una prueba más que grande para todos, desde diversos puntos de vista; pero con la seguridad de que nos ha hecho más fuertes, más conscientes de que Dios no nos ha dejado solos y que ha fortalecido a muchos, en lo personal, muy seguro que este campo muy importante de la misión Salesiana no ha sido la excepción.

 

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