Es la persona la que comunica “Bienaventurados los constructores de la paz”

Se han vuelto tan absorbentes los medios de comunicación social que corremos el riesgo de confundir la comunicación con la habilidad para usar las nuevas tecnologías comunicacionales. Quien comunica es la persona, no los medios. Estos son instrumentos de valor ambiguo: pueden ser utilizados para bien o para mal.

Es la persona como tal quien comunica. Palabras, gestos, actitudes. La sola presencia de la persona es ya comunicación. Podemos transmitir optimismo o pesimismo, alegría o tristeza, amor u odio, ternura o frialdad, compasión o desinterés, vida o muerte.

Como cristianos tenemos la fantástica posibilidad de comunicar el mejor mensaje que vale la pena transmitir: que Cristo está aquí ofreciendo misericordia a manos llenas. Es la mejor noticia, la buena Nueva.

Si vivimos en clave de evangelio, seremos difusores del cálido amor de Dios, a lo mejor sin palabras. Seremos luz y sal en el mundo, promotores de una humanidad mejor. Ante nosotros se abren posibilidades inimaginables: constructores de puentes, favorecedores del encuentro, sanadores de heridas, estimuladores de paz y armonía.

Rodeados de víctimas y victimarios, podemos asumir la bella tarea de liberar a los primeros y amonestar a los segundos utilizando el camino del amor. Palabras condenatorias y gestos duros hunden a las personas.

Dimensión importante de la comunicación es el arte de escuchar. Que es más que oír. El simple oír se orienta a la información y nos coloca en la categoría de espectadores, usuarios, consumidores. Escuchar implica cercanía, empatía, corazón. “Escuchar significa prestar atención, tener deseo de comprender, de valorar, respetar, custodiar la palabra del otro.” (Papa Francisco).

Bienvenidos los medios de comunicación social. Son una bendición de Dios. A nosotros nos toca humanizarlos. Dice el papa Francisco: “ El entorno digital es una plaza, un lugar de encuentro, donde se puede acariciar o herir, tener una provechosa discusión o un linchamiento moral.”

Comunicadores de Dios, vamos por la vida iluminando a las personas con las riquezas que el Espíritu ha puesto en nuestros corazones. De San Francisco de Asís se cuenta que enviaba a sus frailes a dar una vuelta por la ciudad, dando un mensaje espiritual sin palabras, con su sola presencia.

En vez de inhibirnos ante los poderosos instrumentos de comunicación social a nuestro alcance, lancémonos con entusiasmo y osadía a utilizarlos para contribuir a la creación de un mundo más humano y fraterno. No es preciso adquirir un grado universitario para ese oficio. Nuestra red de amigos en internet pueden ser alimentados a diario con nuestro optimismo y alegría, nuestra compasión y estímulo, nuestra cálida palabra amigable. Que nuestros encuentros personales sean luminosos a semejanza de Jesús de Nazaret, de quien se dice que pasó haciendo el bien.

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