En una visión completa del ser humano debe tenerse en cuenta que su vida cuenta con dos fases: la actual que es breve comparada con la otra. La otra que sigue a la muerte ya que la muerte no es el final del camino. Nos referimos a la inmortalidad. Significa que la vida actual está en función del más allá. Así lo explica Sellés de la Universidad de Navarra.
- Alma es sinónimo de vida. El alma es la causa de que los distintos órganos del cuerpo estén vivos y sus facultades estén en funcionamiento coordinado y puedan actuar cada uno según su modo de ser. Alma es el principio vital de los seres vivos. La vida no es material sino inmaterial. Cuando el alma abandona el cuerpo estamos muertos y el cuerpo se transforma en materia inerte o cadáver.
La vida es un movimiento interno, unitario y regulado.
Los grados de vida son: la vida vegetativa (nutrición, crecimiento, reproducción); a sensitiva (animal con conocimiento y apetitos sensibles) y la intelectiva (vida humana inmaterial).
La vida natural reúne en sí la vida vegetativa de nuestras células y la vida sensitiva de nuestros órganos (vista, etc.). La vida natural termina con la muerte.
La vida del alma es quien activa la vida natural, y activa también nuestras potencias superiores inmateriales (inteligencia y voluntad). El alma, el yo o la esencia humana son términos equivalentes.
El espíritu o la vida personal. Es lo que activa la vida propia de nuestra alma.
La vida recibida es el cuerpo heredado de nuestros padres. En cambio, la vida añadida es lo que cada persona añade sobre la vida recibida, y sobre su inteligencia y voluntad. Quien añade más y más vida a la vida recibida es el espíritu o la vida personal. Hay personas logran más vida y otras personas logran menos vida.
El ser persona (el espíritu), no es algo que recibimos de nuestros padres. Es un don otorgado exclusivamente por Dios. Lo radicalmente distinto de los seres humanos, respecto a otras criaturas, es ser persona.
El mal que está en la parte corpórea del ser humano lo llamamos enfermedad y dolor. El peor de esos males es la muerte. La vida humana padece muchas privaciones.
Atentan contra la vida humana natural el aborto, el homicidio, la eutanasia, las guerras, etc. Violencia es cualquier trato a la persona humana como si fuera una cosa. El aborto es la lacra social de los siglos XX y XXI.
El mal en la inteligencia humana se adquiere juzgando de modo contrario a como las cosas son en la realidad.
El mal de la voluntad humana se adquiere al rechazar las cosas tal como son y desear o inventar otros ‘bienes’ que no son reales. Es temerario creer que nosotros somos capaces de inventar otras realidades según nuestro propio criterio que, supuestamente serían mejores que los ya existentes; o considerar que cada quién es el fundamento independiente y aislado de todo lo que existe.
Hay en el hombre un mal peor: el que afecta a su espíritu; consiste en no aceptarse como la excelente persona que está llamada a ser. La despersonalización. Consiste en no responder libremente al proyecto que Dios tiene para nosotros.
El ser humano es persona desde el seno materno. Es claro que, si no fuera persona en ese momento, nunca llegaría a serlo. Las manifestaciones que el feto desarrollará después dependen de ser persona.
Uno no se inventa a sí mismo y no debe creer que es lo que se imagina que es, o que puede ser lo que a él le apetezca. Cada quién es lo que es y debe descubrir qué es y para qué es (o para quién es).
La muerte no es natural, sino lo más contrario a la naturaleza humana. Pero el alma y la persona como tales no mueren con la muerte corporal.
Con la muerte del cuerpo morimos a este mundo y salimos de la historia. Pero no perdemos el saber de nuestra inteligencia ni el querer de nuestra voluntad, que son inmateriales; tampoco se pierde la persona o espíritu que cada quién es. Según esto, aun con la muerte corporal puede seguir una vida plena del alma y del espíritu.
La inmortalidad del alma se explica porque las facultades de inteligencia (los pensamientos) y voluntad libre (las decisiones, el amor) son inmateriales. Y lo inmaterial no tiene partes y por ello no se descompone. Lo que muere es lo corpóreo. Si el alma puede ejercer operaciones inmateriales (pensar, amar), es señal clara de que no solo es más que el cuerpo, sino también de que puede existir al margen del cuerpo, sin el cuerpo.
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