Sebastián Hernández es gerente de proyectos en una empresa tecnológica. A pesar de que no ha terminado su ingeniería, su habilidad para resolver conflictos, mantener la calma bajo presión y encontrar soluciones creativas lo ha posicionado como una pieza clave en su organización. En la era pospandémica, Sabastián es quien mejor se ha adaptado al trabajo remoto, manteniendo la moral alta y la productividad estable. ¿Cómo lo hizo? Según el World Economic Forum (WEF), las “Soft Skills” o habilidades blandas son y serán esenciales para mantenerse a flote en el mercado laboral en este nuevo año.
En un mundo cada vez más digital, donde la tecnología avanza a pasos agigantados, cabría esperar que las habilidades técnicas fueran las más demandadas. Sin embargo, el informe del WEF destaca un cambio sorprendente: las empresas buscan en sus empleados capacidades que las máquinas no pueden replicar. Entre las habilidades más valoradas para 2025, destacan competencias como la creatividad, la flexibillidad, la inteligencia emocional, y la resiliencia, entre otras.
La observación de estas habilidades nació en la transformación que generó la pandemia de COVID-19. En este contexto, las habilidades blandas demostraron ser el motor para afrontar la incertidumbre y el cambio constante. Mientras que las habilidades técnicas son cruciales para ejecutar tareas específicas, las habilidades blandas son esenciales para liderar equipos, innovar y generar valor en un entorno laboral. Es por ello que las empresas buscan en sus futuros aspirantes estas cualidades para dar un valor agregado y obtener fácil adaptación a los constantes cambios que generan las nuevas tecnologías.
Aptitudes oportunas
Las “Soft Skills” o habilidades blandas son un conjunto de competencias que tiene cada persona. Estas le permite interactuar de manera efectiva con los demás, manejar situaciones diversas y adaptarse a diferentes entornos. A diferencia de las habilidades técnicas, que dan conocimientos específicos, las habilidades blandas están asociadas al comportamiento, la actitud y las capacidades emocionales. Algunas de las que más buscan los empleadores son:
La creatividad, posicionada como una de de las competencias clave, se refiere a generar ideas innovadoras y a abordar problemas de manera original. En un mercado saturado de soluciones tecnológicas similares, las empresas buscan mentes que puedan pensar fuera de la caja. La creatividad también es esencial para desarrollar estrategias de negocio originales y propias que les permitan destacar frente a sus compañeros.
Ser Flexible es adaptarse fácilmente a los cambios. Los empleadores buscan candidatos capaces de cambiar de rumbo ante nuevos desafíos, ya sea aprendiendo a usar herramientas digitales, asumiendo nuevos roles o trabajando en modalidades híbridas. La flexibilidad y la adaptabilidad no solo permiten superar crisis, sino también aprovechar oportunidades nuevas.
La inteligencia emocional, que incluye habilidades como la empatía, la autorregulación y la capacidad de trabajar en equipo, se ha convertido en una herramienta indispensable para el liderazgo. En tiempos de incertidumbre, los líderes emocionalmente inteligentes son capaces de mantener a sus equipos motivados, resolver conflictos de manera efectiva y fomentar un ambiente laboral positivo.
La resiliencia es otra habilidad que las empresas valoran. Más allá de la capacidad de recuperarse de las adversidades, implica la habilidad de aprender de los fracasos y sobretodo convertirlos en oportunidades. En un entorno laboral donde los cambios son la norma, los empleados resilientes son valiosos.
Expandir estas habilidades
Según un informe de Forbes España, las habilidades blandas no son estrictamente innatas. Pueden desarrollarse mediante experiencias y programas formativos. Aquí hay algunas estrategias que las empresas deben fomentar, y en las que los colaboradores deben participar:
- Asistir en talleres o cursos. Muchas organizaciones le apuestan a las capacitaciones en áreas como comunicación efectiva, manejo del estrés y liderazgo.
- Buscar retroalimentación. Preguntar a los colegas y supervisores cómo mejorar en aspectos como la empatía o la adaptabilidad.
- Practicar la autoconciencia. Reflexionar sobre las emociones y reacciones ante situaciones difíciles para mejorar la inteligencia emocional.
- Salir de la zona de “confort”. Asumir nuevos desafíos y proyectos que permitan desarrollar flexibilidad y creatividad.
- Promover un ambiente laboral confiable. Procurar un buen ambiente laboral, donde la comunicación fluya en todos los sentidos.
- Acompañamiento profesional. Poner a disposición espacios para visitar a un profesional que ayude a canalizar y empoderar estar habilidades.
Las habilidades blandas son esenciales para el desarrollo profesional y personal, y van más allá de ser un simple complemento de las competencias técnicas. Su fomento desde la educación temprana hasta la formación continua en el trabajo es clave para enfrentar los desafíos del siglo XXI.