El "Síndrome del Loro" es una especie de "enfermedad social" que afecta a quienes tienden a repetir lo que otros dicen y a imitar lo que otros hacen. La frase favorita de quienes padecen este síndrome suele ser: "Todo el mundo lo hace".
Las modas dictan las reglas, y todos se visten igual. La televisión establece los comportamientos, y todos ríen, gesticulan y discuten de la misma manera. El ambiente dicta que el primer día de clases debe ser una pasarela, y muchos padres lo siguen. Celebrar a la altura de los tiempos implica que el cumpleaños de un niño se convierta en un ensayo para una boda, y así, todos repiten, ¡como loros!
La frase "todo el mundo lo hace, ¿por qué yo no?" es una de las más escuchadas por los padres, y suele ser utilizada por los niños con cierta "crueldad calculada". Esto genera una molesta sensación de inseguridad en los padres, quienes se sienten empujados a competir. Aunque en cierto sentido, esta protesta de los niños refleja un instinto positivo, en los padres despierta el temor a un conformismo peligroso.
A medida que crecen, los niños aprenden a relacionarse con los demás, y sus compañeros se convierten en su espejo. Es difícil aprender a aceptarse a uno mismo si no se cuenta con la aceptación del grupo. Por eso, una de las etapas importantes en el desarrollo de los más pequeños es aprender a integrarse. Participar activamente en un grupo es fundamental para que los niños desarrollen una imagen positiva de sí mismos.
Un niño solo se atreverá a ser diferente cuando esté seguro de que es valorado por sus iguales. Sin embargo, los aspectos positivos de este deseo de pertenencia pueden transformarse en una fuerza negativa, que podríamos llamar "imitación a toda costa". En este contexto, debemos recordar las recomendaciones de Don Bosco, quien aconsejaba a sus muchachos tener "respeto humano" y evitar a los "malos compañeros" que lleva a la conformidad ciega.
¿Cómo debemos reaccionar?
- Refuerza tu identidad. El "síndrome del loro" se combate rompiendo con la multitud. Hoy, la tendencia es sobrecargar a los niños con múltiples compromisos y actividades. Los padres que eligen ser diferentes deciden no "exprimir" a sus hijos con una rutina agobiante. En cambio, quienes siguen la corriente optan por criar a sus hijos "entre algodones". Los padres chapados a la antigua suelen objetar tajantemente: «¡Mimar siempre es engañar! La vida no es una caja de bombones». Sin embargo, el riesgo que se debe evitar es que se inicie una constante guerra de guerrillas en la familia: «Los demás llegan a casa cuando quieren, ¿por qué yo tengo que estar a las diez?», «¡No confías en mí!», «La mamá de Gloria se lo compra, ¿por qué tú no?». Si tu hijo te dice: «Las otras madres dejan que sus hijos vean la tele después de clase», evita responderle con un «Yo no soy la madre de los otros niños. Mientras vivas en esta casa, tienes que obedecer mis normas». En su lugar, intenta responder: «En nuestra casa, la televisión permanece apagada hasta que terminas los deberes».
- Reconoce la singularidad de tu hijo. Es fácil olvidar que un hijo no es solo una extensión de uno mismo. Cada niño es un individuo único, con personalidad, intereses y habilidades propias. En momentos de cercanía, los padres deben recordar a sus hijos que ser único es mucho más valioso que ser "uno más".
- Invierte en su individualidad. Desde temprana edad, se puede alentar a los niños a que se cuestionen en qué se diferencian de los demás. En lugar de preguntar "¿A quién se parece?", preguntemos "¿En qué es único?". Cada niño es una creación única, sin duplicados. Antes de ser "clonado", ¡anímate a ser diferente!
- Envía dos mensajes claros. Primero, valida su necesidad de pertenencia. Segundo, hazle entender que le quieres lo suficiente como para ayudarle a diferenciar lo que es correcto de lo que no lo es. Los niños deben saber que sus padres apoyan sus esfuerzos por ser autónomos, pero que también están ahí para protegerles de los peligros.
- Distingue entre asuntos importantes y cuestiones menores. Es posible ser flexible en temas como la ropa, los gustos musicales o los pasatiempos, pero es esencial ser firme en temas como horarios de llegada, alcohol y seguridad.
- Habla abiertamente sobre el tema. Ayuda a tus hijos a distinguir entre las presiones positivas y las negativas. Puedes decirle, por ejemplo: "No me importa que otros se comporten de forma inapropiada. Tú llevas mi apellido, y eso es un reflejo de nuestra familia".